Hoy es un día para acercarse a la chimenea y calentarse a la lumbre de un buen cuento. La escritora pontevedresa Natalia Sanmartín nos brinda, en estas páginas escritas para una abadía benedictina francesa, la historia de un pequeño huérfano que, durante tres largos años, le pregunta a Dios si todo lo que su madre le enseñó sobre Él es verdad. "Si le das tu corazón a Dios, tesoro, morir es sólo despertar", decía ella.
Día tras día, el niño espera una señal del Cielo como Gedeón y el vellón de oveja. Entonces, acontece la tercera Navidad, blanca de nieve, y llega un milagro que no todos pueden ver. Porque, para hacerlo, hay que tener ojos de niño.
Mi madre creía en las hadas y en los dragones, decía que creía en todos esos seres legendarios que la memoria de los hombres no recuerda ya. No es que estuviese segura del todo. No creía en las hadas del mismo modo en que creía en Dios, en la Virgen o en los santos. Solo decía que podían haber existido cuando el mundo apenas estaba en pañales y los hombres aún no se habían acostumbrado a los regalos fabulosos de Dios.
Natalia Sanmartín, Un cuento de Navidad para Le Barroux, 2020
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