Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La abolición del hombre

 


Leí este ensayo de C.S. Lewis en primero de carrera. No le gustó ni pizca a mi profesor de Estética que apoyara mis argumentos con las tesis que destila el libro sobre la moral, la educación y el sentido de la humanidad en un mundo donde el relativismo y la crisis existencial han ganado terreno.

C.S. Lewis comienza con una crítica a la educación moderna, en particular la tendencia de enseñar a los alumnos a ser “críticos” de los valores, sin primero inculcarles una comprensión profunda de los mismos. El sistema escolar se ha vuelto instrumental, pues prepara a las personas solo para "ser útiles" y tener habilidades, sin darles una brújula moral. Esto crea una sociedad de individuos que saben cómo hacer las cosas, pero no por qué hacerlas o si deberían hacerlas. ¿Se entiende un poco mejor así la educación por competencias?

Al separarse de valores trascendentales, que él llama “el Tao” (una especie de código moral universal que abarca todas las tradiciones y religiones), el hombre pierde contacto con lo que le da sentido a su existencia, y se abre a un vacío existencial. La falta de guía moral deja a las personas flotando en un mundo donde nada parece tener un significado objetivo o intrínseco, lo que desemboca en sentimientos de nihilismo y vacío.

En el Taoísmo, el Tao es un principio fundamental del universo que no se puede definir completamente pero que regula el equilibrio natural y la armonía en todas las cosas. Sin embargo, en el uso de Lewis, el Tao es una metáfora para esta “ley natural” que debería orientar las decisiones y acciones humanas, y es fundamental para mantener nuestra humanidad.

El Tao de Lewis sugiere que existen valores que no dependen de las modas o ideas subjetivas, sino que reflejan algo inherente y verdadero sobre lo que significa ser humano. Estos valores universales son los que nos permiten vivir una vida con propósito y significado.

El autor sostiene que la creencia en que no existen valores objetivos destruye lo que significa ser humano. En un mundo donde todo es relativo y la verdad es una construcción social o subjetiva, la humanidad se enfrenta a una situación peligrosa: se despoja a las personas de su sentido de lo “bueno” y “malo”, y, por ende, de su capacidad de reconocer lo que debería ser reverenciado o respetado. Esta postura relativista,  "deshumaniza" al hombre, aboliendo su esencia al eliminar su vínculo con la moral objetiva.

El problema es que en lugar de liberar al hombre, esta visión relativista y mecanicista de la vida conduce a una existencia desprovista de propósito. El hombre moderno se enfrenta a un universo indiferente, donde el único sentido de vida que le queda es el impuesto por sí mismo o por la sociedad. Sin una estructura moral que esté más allá de los deseos cambiantes de los individuos, la herida del vacío existencial se profundiza.

Otro punto central en el análisis es cómo la humanidad, despojada de los grandes ideales del pasado, tiende a buscar sentido a través de la tecnología, la ciencia y el control del entorno. Esto termina siendo una paradoja, ya que cada vez que la humanidad conquista un aspecto de su entorno, también "pierde algo de su propia humanidad". La ciencia, desprovista de una base ética, puede ser una herramienta de manipulación física o psicológica, al grado de reducir al ser humano a un objeto más en la cadena de control. 

En su afán de “controlar” todo, el hombre pierde su identidad esencial, se convierte en una mera pieza de un sistema sin alma. Al final, según Lewis, esto lleva a una "abolición del hombre", pues la humanidad deja de guiarse por principios nobles y se convierte en esclava de impulsos y voluntades ajenas o impuestas.

Lewis propone una salida a esta crisis existencial a través de la revalorización de lo que llama “el Tao”, que no es un dogma religioso, sino un conjunto de principios morales universales que, en su opinión, existen en todas las culturas y tradiciones, que dan sentido a la vida humana y orientan al hombre hacia una existencia significativa.

Para él, la adhesión a estos valores objetivos es lo que define nuestra humanidad y da un propósito genuino a la vida. Sin ellos, el hombre está condenado a vagar sin sentido, a ser una “abstracción sin alma”. Volver al “Tao” es una propuesta para llenar ese vacío existencial: invita a la humanidad a redescubrir una ética que trascienda el egoísmo y el relativismo, y que inspire una vida vivida con sentido y propósito.

La pérdida de valores trascendentales desencadena una "crisis existencial" en el hombre moderno, que se ve perdido en un mundo donde nada parece tener sentido. C.S. Lewis advierte que, si no redescubrimos una ética común, una fuente de significado que trascienda los deseos individuales, el hombre se encontrará abocado a una vida vacía y mecanicista, perdiendo con ello lo que lo hace humano.


Hacemos hombres sin corazón, y esperamos de ellos virtud e iniciativa. Nos reímos del honor, y nos extrañamos de ver traidores entre nosotros. Castramos, y exigimos a los castrados que sean fecundos.


C.S. Lewis, La abolición del hombre, 1943

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