Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Conversaciones con mi maestra

 


Catherine L'Ecuyer expone varias ideas clave de Teoría de la Educación a través de las distintas corrientes pedagógicas para contraponerlas con las modas escolares. Y advierte: si un maestro no sabe qué corriente escoger, se puede ver arrollado a un sitio donde quizá nunca habría querido ir.

¿Podemos educar? Según el mecanicismo, el niño es completamente moldeable, y estamos determinados. Pero según el naturalismo, el niño se educa a sí mismo, y también estamos determinados. Ambas posturas extremas niegan la libertad verdadera en la educación. 

La libertad del alumno es su capacidad para conocer y su voluntad para escoger el bien. Porque, en realidad, estamos influidos por el ambiente, pero no estamos determinados.

El conductismo (Pávlov, Watson y Skynner) es adiestramiento: si el niño acierta, se le da un premio y si no, no. La relación "estímulo-respuesta" niega la libertad del alumno. Es un sistema autoritario que no se preocupa por las intenciones y aspiraciones del alumno. Esto crea personas sumisas y miedosas o personas rebotadas.

El constructivismo sostiene que los alumnos construyen activamente su propio conocimiento y comprensión del mundo a través de la experiencia y la reflexión. En lugar de recibir información de manera pasiva, integran nuevas ideas a partir de lo que ya saben, resolviendo problemas y participando en actividades interactivas. El rol del maestro es guiar, facilitar y crear un ambiente de aprendizaje que estimule la exploración y el descubrimiento. 

Vygotski sostiene que las interacciones sociales son fundamentales, ya que a través de estas interacciones, especialmente con adultos y compañeros más avanzados, el niño internaliza conocimientos, habilidades y formas de pensar. Su identidad y comprensión del mundo se construyen activamente a partir de ellas. Por tanto, el niño es producto de las experiencias sociales que moldean su aprendizaje y desarrollo.

El constructivismo puede ser idealista (pretender que el niño construya subjetivamente su realidad) o realista (enseñar de modo que el niño pueda hacer suya la realidad). Esta es la clave.

La autora señala que hay que distinguir la ontología (¿cómo es la realidad?) de la epistemología (¿cómo conocemos la realidad?). Por ejemplo, Piaget tiene razón, en el plano epistemológico, cuando dice que "los niños aprenden cuando se mueven, cuando experimentan con lo concreto a través de los sentidos". Pero esto no significa que transformen la realidad, sino que ellos se transforman para acercarse a conocer la realidad inabarcable (planto ontológico). 

Es decir, se puede ser constructivista en el sentido epistemológico, pero no en el ontológico, como ocurre en Montessori, que era muy aristotélica y creía en la virtud (el niño debe aprender a dominarse a sí mismo, a tener fuerza de voluntad) y en la comprensión de la realidad como la base para la abstracción, la creación artística y el aprendizaje significativo. "No hagas para un niño lo que él mismo puede hacer por sí mismo". ¡El centro del aprendizaje no es el niño, sino la realidad!

La pedagogía Montessori se considera realista. Ella se enfoca en observar al niño tal como es y adaptar el entorno educativo para responder a sus necesidades de desarrollo. Su método se basa en la realidad y la experiencia directa, utilizando materiales concretos que permiten al niño aprender a través de la exploración sensorial y práctica. Promueve que los niños se involucren con el mundo real, fomentando la autonomía y el aprendizaje basado en la experiencia directa.

Para esto es básico entender la noción del ser humano que inspira cada corriente pedagógica: 

1. El realismo afirma que es posible conocer la realidad gracias a la razón y a los sentidos. La realidad se descubre. Para Aristóteles es así, pero para otros filósofos escépticos, el conocimiento no es posible y no podemos estar seguros de nada. El realismo no dice que podemos abarcar toda la realidad, sino que el conocimiento que tenemos de la realidad es real (aunque no sea completo ni absoluto). "No hay nada en el intelecto que no haya existido primero en los sentidos", como diría el estagirita y también Montessori. Un caso que ilustra la idea del realismo es Helen Keller, que no comprendía el mundo que le rodeaba porque era sorda y ciega hasta que una maestra le enseña a comprender conceptos universales como el agua. La existencia del mundo no depende de nuestra capacidad de conocerlo, aunque los racionalistas no estarán de acuerdo con esto, porque creen que solo podemos afirmar que existe si tenemos una evidencia matemática. El asombro, para la filosofía realista, es la apertura total de la persona ante la realidad, que suscita el deseo de conocer y despierta el interés.

2. El idealismo considera que la realidad es producto de la subjetividad. La realidad se construye, y cada uno lo hace desde su propia representación del mundo. La libertad se identifica con la autoconciencia creadora del yo, que crea el mundo desde sí misma. De ser autoconsciente, del yo, se crea el mundo. El motor de conocimiento no es la realidad, sino el yo, la subjetividad.

Para los primeros, los realistas, educar es ayudar a desear lo bello (Platón), pues el ser humano puede conocer a través de la razón, y solo cuando conocemos podemos ser libres. El ser humano acumula percepciones a través de los sentidos y luego es capaz de captar conceptos universales (Aristóteles). Para despertar el interés del alumno, hay que partir de algo ya conocido, un nexo de unión que Montessori llamaba "gancho".

En cambio, para los segundos, los idealistas, la libertad está en la generación infinita de posibilidades, y el conocimiento es un constructo del yo. Se trata de "construir el aprendizaje y la realidad". Esto bebe de las ideas de Rousseau, que en el Emilio, la educación (que aquí es adoctrinamiento) somete al niño a la voluntad general para forjar un ciudadano nuevo que encaje en su proyecto político.

Como tesis, la autora defiende, en el proceso de enseñanza y aprendizaje, la importancia de la instrucción directa combinada con el descubrimiento guiado y estructurado, que aplique la teoría en la práctica de forma significativa para acercarse a la realidad a partir de una situación vivencial. "El conocimiento alimenta el deseo de conocer." Tomás de Aquino creía que la forma más perfecta de conocer es el descubrimiento y después la instrucción.

De hecho, se basa en la postura educativa de María Montessori, tan aristotélica, de virtud: "solo el alumno capaz de disciplina personal es capaz de convivir en sociedad". Somos lo que hacemos. Y no se puede apreciar lo que se desconoce. Por eso, ella propone: "Sembrad en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan. Los años se encargarán de descifrar y de hacerlas florecer en su corazón".

La educación es personalizada, de persona a persona, y nunca debe sobrepasar la libertad del alumno. Educar, por tanto, es un riesgo porque el alumno es libre de elegir qué camino tomar después de haber verificado su experiencia con la realidad.


Si el profesor explica el tema antes, y luego pide a los niños que hagan un trabajo sobre ese tema, aplicando los conocimientos recibidos en clase, o acudiendo a unas fuentes muy acotadas y fiables, entonces se podría considerar que hay una combinación de instrucción directa y de descubrimiento guiado.


El propósito de la educación no es solo que el niño haga lo correcto, sino que disfrute haciendo el bien; ni que sepa en todo momento lo que es cierto y lo que no, sino que goce descubriendo lo verdadero.


Catherine L'Ecuyer, Conversaciones con mi maestra, 2021



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