¿Es cierto que el alarmismo medioambiental nos perjudica a todos? ¿Se puede afirmar que un sector ideologizado del ecologismo promueve medidas bienintencionadas que, sin embargo, son dañinas para el medio ambiente?
El periodista de Colorado Michael Schellenberger responde a estas preguntas en este ensayo de vocación polémica a partir de su experiencia personal como activista y de datos extraídos de evidencias científicas publicadas en artículos de alto impacto.
La tesis de esta obra es que las medidas ecologistas actuales son nefastas para los seres humanos e incluso para el medio ambiente, y que la solución no consiste en imponer políticas de energías renovables a países en desarrollo.
La mejor manera de luchar por el planeta, según el autor estadounidense, no es a través de "planes del desarrollo sostenible" que impidan el crecimiento económico, sino a través de una industrialización sensata e imprescindible para que los países salgan de la pobreza.
El autor critica a los "falsos dioses" que profetizan una especie de apocalipsis inminente, y considera que el "alarmismo medioambiental" ofrece sin duda un alivio emocional a los activistas que tienen como religión la lucha ecologista, y un negocio a las grandes corporaciones, que se enriquecen a costa de jugar con los sentimientos de la gente.
Detrás del auge del "ambientalismo apocalíptico", Schellenberger denuncia una mezcla de intereses financieros de grandes empresas y un deseo natural de trascendencia de personas que son como creyentes en un ecologismo mutado en religión.
Como afirmaba Bjorn Lomborg, en Falsa alarma, "el pánico ante el cambio climático no salvará el planeta". Lo que hace falta, por tanto, es el desarrollo industrial que vaya de la mano de un ecologismo sano.
¿Qué hay de cierto en todo esto?
Humankind is thus well-prepared to understand an important, paradoxical truth: it is only by embracing the artificial that we can save what's natural.
Michael Schellenberger, Apocalypse never, 2020
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