Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Rebelión en la granja

 



¿Aquí quién manda? Cuando muere el viejo granjero, los animales se rebelan para implantar justicia social. 

Los cerdos diseñan un Estado-policía en el que "todo lo que no es obligatorio está prohibido" y los animales son iguales "pero algunos son más iguales que otros". Éste es uno de los lemas más conocidos del libro y refleja la ironía y la crítica social presentes en la obra, que satiriza la corrupción del poder y las promesas incumplidas de la Revolución Rusa.

Con esta fábula, Orwell retrata la historia del comunismo, desde sus orígenes idealistas y esperanzadores hasta la implementación de la "mayor empresa carcelaria de la humanidad" como dictadura totalitaria y sanguinaria.

El autor se inspira, para crear esta fábula, en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 de Marx, en los que afirma que el filósofo afirma: "el hombre sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar (...) y, en cambio, en sus funciones humanas se siente como animal. Lo animal se convierte en lo humano, y lo humano en animal." 

Resulta evidente que el Cerdo Viejo Mayor es la encarnación de Marx (o quizá Lenin), que tiene un sueño revolucionario ante una realidad socialmente injusta, ya que el granjero Mr. Jones es un vago que explota a los animales sin hacer nada. La revolución es legítima y triunfa con personajes como el fiel caballo Boxer, símbolo de los proletarios que adoran al líder que les puede liberar del yugo opresor. El cerdo Snowball (Trotsky) quiere construir un molino de viento para mejorar la calidad de vida de la granja, pero Napoleón (Stalin) le expulsa y se convierte en líder de la revolución gracias a su ejército de perros (esbirros). Al final, Napoleón y los otros cerdos caminan a dos patas como los humanos porque, con su autoritarismo, se convierten en opresores como antes lo era Mr. Jones.


Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.


La verdad es que los hombres no le temen a las cosas, sino a las representaciones que tienen de ellas en sus mentes.


George Orwell, Animal farm, 1945



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