Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Elantris

 


La ciudad de Elantris, una vez llena de magia y esplendor, ha caído en una decadencia misteriosa. La Reod ha transformando a sus habitantes en seres desfigurados y desterrados. Han pasado de ser semidioses a convertirse en apestados.

El príncipe Raoden, de Kae, es afectado por la Shaod, la maldición que transforma a las personas en seres abyectos y muertos en vida. Le encierran en Elantris en vísperas de su boda, como un apestado entre los apestados.

Su prometida, la astuta princesa Sarene, del reino amigo de Teod, llega al castillo de Raoden, en Kae. Pero él ya está encerrado en Elantris. Y ella debe luchar por la paz como si fuera viuda del príncipe.

Entonces llega Hrathen, un alto sacerdote del reino enemigo de Fjordell, con la intención político-religiosa de convertir el reino de Arelon de forma pacífica y diplomática. De lo contrario, sus ejércitos arrasarán con todo y convertirán a sus habitantes con la fuerza de las armas.

Hrathen es mi personaje favorito de esta obra por muchas razones (que no puedo dar aquí, para no destripar la trama).

Me recomendaron esta novela de fantasía con mucho entusiasmo, y decidí leerla para comprobar si me enganchaba al género, como cuando era niño y devoraba a Tolkien. Ahora que la he terminado puedo dar mi punto de vista como lector.

Lo mejor de esta obra es el planteamiento. La habilidad del escritor estadounidense Brandon Sanderson para crear mundos mágicos es indiscutible, con sus mapas de los reinos de Arelon, Fjorden, Duladel y Teod, y su nuevo vocabulario de magia, que me ha encantado. 

Me ha gustado mucho el paisaje de Elantris como un Rivendel en ruinas y los semidioses (como elfos) convertidos en despojos. También destaco el personaje de la princesa Sarene y sus habilidades políticas para luchar por el bien común como extranjera. Por supuesto, me encanta la fantasía del seon, esa pequeña bola mágica que vuela y habla.

Pero me he atragantado un poco con la temática político-religiosa del desarrollo de la novela, que es la clave de todo. Da una visión de la religión como una doctrina que se puede inyectar desde el poder y la fuerza de la espada. Fjorden puede recordar un poco al Islam o quizá al catolicismo, con su único Dios ("Jaddeth", que suena al Yavhé de los judíos, en vez de "Domi", que es el Señor, en una especie de latín), y el mandamiento de la guerra santa para convertir todos los reinos y someterlos a un único poder político-religioso. 

En parte, es cierto que la religión, reducida a ideología política, se puede imponer como ley en un territorio. Pero también es verdad que esto no es suficiente para la verdadera conversión personal y comunitaria. Creo que esto no queda muy claro en el libro. Se nota que el autor es mormón y muy fantasioso.

El final del libro, que es la parte que suele gustar más a los lectores, me ha parecido demasiado precipitado. Hay libros buenos que, al leerse, uno se los imagina en blanco y negro o con unas imágenes maravillosas. En este caso, al leer esta parte parecía que estaba viendo una película de dibujos animados. Todo va muy rápido y es quizá muy exagerado. Por ejemplo, el narrador nos explica que un personaje muere enamorado de otro, y esto, en mi opinión, es decepcionante.

Dicen que la saga El archivo de las tormentas es extraordinaria. Quizá le doy otra oportunidad, teniendo en cuenta que esta era su primera novela publicada.


You will find that hate can unify people more quickly and more fervently than devotion ever could. 


Truth can never be defeated, Sarene. Even if people do forget about it occasionally.


Brandon Sanderson, Elantris, 2005

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