Una de las joyas de la literatura medieval catalana, sin duda alguna, es Blanquerna. Ramon Llull narra la historia de Blanquerna, hijo de dos padres santos, Evast y Aloma, que educan con amor y desde el amor.
El joven Blanquerna, apuesto y astuto, renuncia al amor de la bella e inteligente Natana porque el Señor le pide una entrega total. La chica se queda impresionada por el corazón ardiente de Blanquerna y, después de este encuentro, se convierte y también se entrega a Dios, a pesar de las reticencias de su familia.
Blanquerna se ordena y, con el tiempo, le nombran abad, obispo e incluso papa. Pero renuncia a todos los cargos (incluso al papado, como Benedicto XVI) para dedicarse en cuerpo y alma a la oración, como un simple ermitaño. La vida contemplativa es el ideal de vida de Llull.
En esa última etapa de su vida, el anciano Blanquerna escribe de su puño y letra el Llibre d'Amic e Amat, que es una auténtica joya, un libro dentro de otro libro. El Amic es el fiel cristiano, y el Amat no es otro que Dios. Así, el autor dibuja unos versos que intentan acercarse al erotismo y belleza del Cantar de los cantares bíblico.
Demanà l'amat a l'amic què era l'amor. Digué que era presència de signes i de paraules de l'amat en el cor sospirant de l'amador, pena pel desig i plors en el cor de l'amic.
-Digues, foll, has diners?-. Respòs: -He amat-. -Has viles, ni castells, ni ciutats, comdats ni ducats?-. Respòs: -He amors, pensaments, plors, desirers, treballs, languiments, qui són mellors que emperis ni regnats.
Ramon Llull, Blanquerna, 1270
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