Mi primera lectura de este año ha sido El árbol de la ciencia de Pío Baroja, una novela que ya leí hace muchos años y que entonces me impactó bastante. No en vano se considera la mejor novela filosófica del autor vasco, que confesó:"probablemente es el libro más acabado y completo de todos los míos".
El título hace referencia al pasaje del Génesis en el que Dios prohíbe a Adán comer de "el árbol de la ciencia" del bien y del mal.
La obra narra la vida de Andrés Hurtado. La primera parte recoge sus vivencias como estudiante en el Madrid de finales del siglo XIX. Luego se expone su trabajo como médico en una zona rural y su regreso a la capital del país.
A parte de los diálogos filosóficos entre Hurtado y el doctor Iturrioz, me parece reseñable la pésima relación del protagonista con su propio padre, don Pedro. Para él, "el hombre rico era el hombre por excelencia" y la riqueza era una virtud, no una casualidad. El dinero equivalía a mérito, los obreros no eran personas, y las mujeres pobres eran para divertirse (las ricas para casarse).
La visión del rico como un ser superior es anticatólica pero permea en la ideología de derechas de aquellos que pisan las iglesias por mera tradición, sin enterarse de la misa la mitad.
Toda la cuestión social se resolvía con la caridad y con que hubiese gentes de buen corazón./ -Eres un verdadero católico -le decía Andrés-; te has fabricado el más cómodo de los mundos. (p. 58)
El mundo le parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura. (p. 62).
En este fragmento se señala la enorme influencia de Hume al pensamiento contemporáneo, que ya no cree en la verdad porque ha destruído la causalidad de la naturaleza. La ciencia arrolla los obstáculos como construcción fuerte de la humanidad, pero "también arrolla al hombre".
El encadenamiento de causas y efectos es la ciencia. Si ese encadenamiento no existiera, ya no habría asidero ninguno; todo podría ser verdad. (p. 156).
Por último, quiero destacar el capítulo que relaciona la vida sexual sana con la ausencia de pornografía. El consumo de material pornográfico es un fenómeno de compensación en sociedades o comunidades de vida sexual mezquina y pobre.
En Londres, al agrandarse la vida sexual por la libertad de costumbres, se achica la pornografía; en Alcolea, al achicarse la vida sexual se agrandaba la pornografía. (p. 208)
Pío Baroja, El árbol de la ciencia, 1911
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