El ángel de la Historia de Benjamin, inspirado en la acuarela del pintor suizo Paul Klee, nos dice que la Historia es sólo lo que acontece y esto ocurre de forma trágica. ¿Acaso no estamos haciendo Historia en cada momento?
Para el pensador judío, el materialismo histórico es una "teología", pues en la revolución se siente la resurrección de los muertos. La revolución es un vendaval de la Historia (el pasado) que la hace inevitable y ciega (en el presente). No sabemos cómo acabará (en el futuro). Sólo sabemos que nos impulsa el sacrificio de los justos.
El ángel de la Historia sabe que va a morir (pues, según la tradición del Talmud, los ángeles mueren al cantar su himno a Dios), impulsado por el fuerte viento de la Historia y por la exigencia de responder al progreso como un derecho sagrado que le arrolla.
La Historia oficial es una creación de las clases y naciones dominantes, y, por tanto, ha excluido a culturas de otros continentes. Se presuponía que Occidente era el único modelo de civilización, sin reparar en que "el ideal europeo de humanidad es un ideal más entre muchos otros, no necesariamente peor..."
Y este deberá ser el aspecto del ángel de la Historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándola a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas.
Walter Benjamin, Tesis sobre la filosofía de la Historia, 1959
Acuarela: Paul Klee, Angelus novus, 1920
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