Poet's Abbey (Blog de lecturas)


El laberinto de la soledad


El poeta y escritor mexicano Octavio Paz, galardonado con el Nobel de Literatura en 1990, afirma que la soledad de los mexicanos hunde las mismas raíces que el sentimiento religioso: "Es una orfandad, una oscura conciencia de que hemos sido arrancados del Todo y una ardiente búsqueda."

Señala la "aparente alegría y aparente conformidad" que define a los estadounidenses, que "no desean tanto conocer la realidad como utilizarla". Aquí el mexicano critica las sonrisas de plástico de muchos norteamericanos que han perdido el sentido de la contemplación en aras de un triste materialismo utilitarista.

Este ensayo de imaginación crítica, de título maravilloso, es una de las joyas de la literatura universal del siglo XX. Aunque trata del laberinto del espíritu mexicano, hijo de dos casticismos, el indio y el español, la obra se expande también hacia aquello que nos hace humanos. Es un verdadero análisis del alma.

El hombre actual vive perdido en el laberinto de la soledad. No sabe a dónde va ni de dónde viene. El hombre es historia, es nostalgia y deseo de infinito. ¿Qué futuro le espera si está solo y perdido?


El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como soledad.


En el mundo moderno todo funciona como si la muerte no existiera. Nadie cuenta con ella. Todo la suprime: las prédicas de los políticos, los anuncios de los comerciantes, la moral pública... (...). Nadie piensa en la muerte, en su propia muerte, en su muerte propia, como quería Rilke, porque nadie vive una vida personal. La matanza colectiva no es sino fruto de la colectivización de la vida. (...) Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja...


Toda reflexión filosófica debe poseer autenticidad, esto es, debe ser un pensar a la intemperie un problema concreto.


Nuestras vidas son un diario aprendizaje de la muerte. Más que a vivir se nos enseña a morir. Y se nos enseña mal. (Apéndice)


No hay distancia entre el nombre y la cosa y pronunciar una palabra es poner en movimiento a la realidad que designa. La representación equivale a una verdadera reproducción del objeto, del mismo modo que para el primitivo la escultura no es una repreentación sino un doble del objeto representado. Hablar vuelve a ser una actividad creadora de realidades, esto es, una actividad poética. (Apéndice)


Aquel que construye la casa de la felicidad futura edifica la cárcel del presente. (PD)


Octavio Paz, El laberinto de la soledad, 1950

Comentarios