El buen maestro es capaz de extraer, con sabiduría, lo que hay dentro del alumno para llevarlo a su mejor fin, a su mejor destino, a su mejor opción.
A través del conocimiento científico, literario, poético, de cómo funciona la realidad en la que nos movemos, le invita a empezar a explorar el mundo y conocerse a sí mismo.
Si decimos que educar es introducir a cada uno en la realidad, la visión antropológica de qué es el ser humano que tiene el maestro será fundamental para transmitir ese conocimiento crítico y riguroso.
Desde mi punto de vista, la literacidad crítica puede ser un camino para los buenos maestros a llevar a cada alumno a su mejor versión. Porque este tipo de literacidad no se queda en los datos que la razón es capaz de aprehender, sino que, además, señala el misterio que se ha comunicado.
La literacidad crítica es la habilidad de leer y escribir de manera crítica y reflexiva, no solo para comprender el significado literal de un texto, sino también para analizar y evaluar la información presentada, considerando el contexto social, cultural y político en el que se produce.
La literacidad crítica implica no solo la capacidad de leer y escribir, sino también la capacidad de analizar y cuestionar los mensajes y las suposiciones implícitas en ellos. También se refiere a la capacidad de usar la lectura y la escritura como herramientas para abogar por el cambio social y para participar en la toma de decisiones informadas.
La literacidad crítica se enfoca en desarrollar habilidades de pensamiento crítico y reflexivo para evaluar y analizar textos, ya sean literarios, periodísticos, científicos, entre otros. También involucra el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, como la empatía y la capacidad de escuchar y comprender diferentes perspectivas y opiniones.
Esto es fundamental para desarrollar el pensamiento crítico, la participación cívica y la toma de decisiones informadas en una sociedad democrática y pluralista.
La literacidad crítica no es un método o una técnica, sino una manera de enseñar para leer el mundo y transformarlo con la propia vida. Esto implica la habilidad de resolver problemas y tomar decisiones creativas y efectivas.
Para hacerlo es necesario fomentar una actitud filosófica ante los discursos ideológicos y los acontecimientos en una sociedad que, ya desde la escuela, procura formar consumidores obedientes, productivos y dóciles.
Este libro señala cómo la enseñanza de la lectura del mundo no se basa en la acumulación de conocimientos y experiencias, sino en la formación íntegra de la persona que lucha por construir una sociedad más justa y una humanidad más verdadera. Pero esto es imposible si el joven no siente que su vida tiene un sentido.
Breo Tosar, Literacidad Crítica, 2021
Comentarios
Felicidades por esta valiosa aportación al mundo.