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Con la muerte de Dios se elimina el principio de la pertenencia común de todos los hombres en la unidad de un género creado. (...) No es causal que fueran excristianos los que se lanzaran originariamente a misionar con los derechos humanos; pero, dejando de lado la clave teológica, la cosa es que Nietzsche hablaba así de lo que inspira esperanza y horror a nuestro tiempo: algo ha muerto y sólo le queda descomponerse... (p. 67)
La sociedad hiperpolítica es una sociedad de apuestas, que en el futuro jugará también a mejorar el mundo; lo que tiene que aprender es un procedimiento para obtener sus ganancias de modo que, después de ella, también puedan darse ganadores. (p. 103)
Peter Sloterdijk, En el mismo barco. Ensayo sobre la hiperpolítica, 1993
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