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El título, por cierto, evoca sin duda al Yo, Claudio de Robert Graves. De hecho, el autor valenciano confiesa que se inspiró en el momento de sentarse a la misma mesa del escritor británico, cuando visitó su casa-museo en Mallorca.
Revela el autor, en el apéndice del libro, que Julia Domna fue la mujer más poderosa, audaz e inteligente del Imperio Romano, y dice que no nos acordamos de ella porque triunfó -ella no sale en los libros de texto; en cambio, todos conocemos la figura de Cleopatra de Egipto, que perdió en su batalla por el poder de Roma.
En el preludio, el autor hace un guiño a los escritores y revela que una novela necesita mucha documentación, estructura e ideas claras:
Es complejo decidir cómo se va a contar una historia. Esto es, si se quiere hacer bien, tal y como se deben acometer todos los empeños en los que uno se embarca. Lo que implica, en el caso que nos ocupa, evitar ser uno de esos que se aventuran al relato sin antes considerar bien cómo organizar las ideas. Si uno va a ser proclive a semejante desatino entonces es mejor que ni tan siquiera empiece la empresa.
Santiago Posteguillo, Yo, Julia, 2018
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