El escritor británico Chesterton era un tomista de armas tomar. Para él, el aristotelismo de Tomás de Aquino se basaba en que el estudio de los hechos más humildes, como un gusano o una lechuga, conduce al estudio de las verdades más elevadas.
La revolución aristotélica se podía poner en marcha, pues, en una educación que busca la Verdad en el estudio de las cosas del mundo. Esa educación debe ser vigente hoy, en un mundo tan distinto y tan parecido al medieval.
La costumbre moderna de decir: "Todo el mundo tiene su propia filosofía; ésta es la mía y la que me conviene", es una costumbre que sólo revela debilidad mental. (p. 205)
En suma, el filósofo medieval sigue de cerca la realidad de las cosas, la mutabilidad de las cosas y todo lo que puede atribuirse a las cosas, sin perder el contacto con el punto original de la realidad (...) Lo engañoso de las cosas, que ha causado un efecto tan triste en muchos sabios, tiene un efecto casi contrario en él. Si las cosas nos engañan, es por ser más reales de lo que parecen. (p. 230)
No es que el loco haya perdido la razón, sino que lo ha perdido todo menos la razón (p. 235).
He aquí el primer principio de la democracia: que lo esencial en los hombres es lo que tienen en común y no lo que les separa. (p. 237)
G.K. Chesterton, Ensayos escogidos, siglo XX
La revolución aristotélica se podía poner en marcha, pues, en una educación que busca la Verdad en el estudio de las cosas del mundo. Esa educación debe ser vigente hoy, en un mundo tan distinto y tan parecido al medieval.
La costumbre moderna de decir: "Todo el mundo tiene su propia filosofía; ésta es la mía y la que me conviene", es una costumbre que sólo revela debilidad mental. (p. 205)
En suma, el filósofo medieval sigue de cerca la realidad de las cosas, la mutabilidad de las cosas y todo lo que puede atribuirse a las cosas, sin perder el contacto con el punto original de la realidad (...) Lo engañoso de las cosas, que ha causado un efecto tan triste en muchos sabios, tiene un efecto casi contrario en él. Si las cosas nos engañan, es por ser más reales de lo que parecen. (p. 230)
No es que el loco haya perdido la razón, sino que lo ha perdido todo menos la razón (p. 235).
He aquí el primer principio de la democracia: que lo esencial en los hombres es lo que tienen en común y no lo que les separa. (p. 237)
G.K. Chesterton, Ensayos escogidos, siglo XX
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