El escritor estadounidense, de jersey de cuello alto y coderas, es un maestro para crear personajes que buscan el sentido de sus vidas con esperanza pero sin fe. Tuvo una juventud muy intensa (escapó a Francia para evitar el reclutamiento de la guerra de Vietnam, trabajó en un petrolero, pasó hambre por dedicarse a la escritura...) y una madurez que le clavó al teclado para contarnos sus historias.
Los tres libros que forman esta trilogía mítica son relatos que, como un juego de espejos, invitan a la reflexión y al asombro ante la realidad de esa ciudad moderna en el siglo XX. Las tres novelas interconectadas exploran temas de identidad, coincidencia y el laberinto de la vida en la gran metrópolis de Nueva York:
Los tres libros que forman esta trilogía mítica son relatos que, como un juego de espejos, invitan a la reflexión y al asombro ante la realidad de esa ciudad moderna en el siglo XX. Las tres novelas interconectadas exploran temas de identidad, coincidencia y el laberinto de la vida en la gran metrópolis de Nueva York:
1. La ciudad de cristal: Daniel Quinn es un escritor de novelas detectivescas que, después de recibir una llamada telefónica equivocada, se ve arrastrado a un misterioso caso que involucra a un detective privado desaparecido. La línea entre el escritor y el personaje de su novela se difumina, y la narrativa se convierte en un juego intelectual que explora la búsqueda de significado.
2. Fantasmas: Paul Auster y su amigo, el narrador de la primera novela, buscan a un artista llamado Fanshawe, cuyo destino parece estar ligado a las complejidades de la identidad y el arte. Esta obra profundiza en las relaciones humanas y en cómo el pasado puede perseguirnos y definirnos.
3. El palacio de la luna: Los personajes se entrelazan aún más, y los elementos de las dos primeras novelas convergen en un caleidoscopio narrativo. Blue, el hijo de Fanshawe, intenta entender la historia de su padre y, en el proceso, se enfrenta a las interconexiones entre los individuos y sus historias en la ciudad.
En La trilogía de Nueva York, Auster desafía las convenciones narrativas convencionales. A medida que los personajes se adentran en el corazón de Nueva York, también se sumergen en la complejidad de sus propias vidas y las fuerzas que moldean sus destinos. La trilogía es una celebración y una exploración de la ciudad y sus habitantes, y sigue siendo una obra maestra literaria que cautiva a los lectores con su ingenio y profundidad.
Las historias sólo suceden a quienes son capaces de contarlas.
Paul Auster, La trilogía de Nueva York, 1987
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