Esta novela del escritor armenio-estadounidense William Saroyan es una joya publicada en 1943. Ha sido un placer releerlo estos días, saborear sus páginas, detenerme en cada párrafo, leer cada frase muy despacio, casi en voz alta.
El autor narra una historia llena de humanidad sobre el adolescente Homer Macauley y su familia de una ciudad ficticia llamada Ithaca, en algún lugar de California. El joven protagonista estudia en el instituto y trabaja de cartero por la tarde. Homer tiene que soportar el dolor de los telegramas que van llegando del frente con los nombres de los soldados del pueblo que van cayendo durante la Segunda Guerra Mundial.
En la escuela hago muchas bromas pero no es mi intención causarles problemas a los profesores. Lo hago porque tengo que hacerlo. Todo el mundo está tan desorientado y todo el mundo está tan equivocado que de vez en cuando tengo que ponerme a hacer bromas. Supongo que tendríamos que ver la parte graciosa de estar vivos. (p. 103)
Te estoy diciendo esto: da gracias por ser quien eres. Sí, por ser quien eres. Da gracias. Entiende que un hombre es algo por lo que él mismo puede dar gracias y tiene que dar gracias. Da gracias porque el hombre que eres tendrá la confianza de unos totales desconocidos. (p. 179)
William Saroyan, La comedia humana, 1943
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