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El escritor español presenta a Benina, una pedigüeña de gran corazón, que ayuda a una casa de la burguesía madrileña venida a menos. Benina se ve obligada a mendigar no para ella misma, sino para los demás. Ella es una mujer de gran humanidad, que nunca pierde su dignidad ni su capacidad de amar y ser amada en un ambiente hostil.
Al final del primer capítulo, un ciego agradece la limosna en las puertas de una iglesia, y dice con gran lucidez que la educación es la base del amor. Y el amor, diría yo, la base de la educación.
Lo que yo digo: la educación es lo primero, y sin educación, ¿cómo quieren que haiga caridad?
Benito Pérez Galdós, Misericordia, 1897
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