"El niño nace artista y suele dejar de serlo en cuanto se hace hombre. Y si no deja de serlo es que sigue siendo niño", dice Unamuno en las memorias de sus días azules.
El gran pensador se acuerda de sus buenos maestros, aquellos que enseñaban a preguntar, a pensar, a cuestionar las cosas, que mantenían en tensión la creatividad y la capacidad de asombro ante el mundo.
Los maestros y profesores tradicionales, sin embargo, deberían sonrojarse al leer que hace un siglo que se enseñaba así:
El aula en que teníamos la clase de historia era muy espaciosa y llena de
mapas. Entreteníame durante la lección en fabricar títeres de cera, por lo que una
vez me tuvo Carreño [su profesor de Geografía e Historia en el Instituto Vizcaíno
de Bilbao] dos días de rodillas.
De las explicaciones de historia apenas recuerdo palabra, pero sí del
aspecto del libro de texto, de sus letras, de su impresión, etc. Si hoy lo viera a tres
metros diría: ¡ese es! Me mareaba aquel ir y venir de pueblos con nombres raros,
aquel desfilar de reyes y de guerras, aquel intrincamiento de parentescos,
matrimonios y repartos de herencias.
Venían reyes y los mataban tan pronto que no había lugar a acongojarse de su muerte, pues no había uno tenido tiempo de conocerlos, y era tal el trajín, que se deseaba hubieran acabado de una vez con todos matándolos en una sola batalla.
No llegamos, ni con mucho, a la Revolución Francesa, distraídos en curiosear vanamente lo que hicieron los chinos, persas y caldeos. He comprendido más tarde lo ventajoso que sería si se pudiera estudiar la historia hacia atrás, empezando por ahora.
Venían reyes y los mataban tan pronto que no había lugar a acongojarse de su muerte, pues no había uno tenido tiempo de conocerlos, y era tal el trajín, que se deseaba hubieran acabado de una vez con todos matándolos en una sola batalla.
No llegamos, ni con mucho, a la Revolución Francesa, distraídos en curiosear vanamente lo que hicieron los chinos, persas y caldeos. He comprendido más tarde lo ventajoso que sería si se pudiera estudiar la historia hacia atrás, empezando por ahora.
Miguel de Unamuno, Recuerdos de niñez y de mocedad, 1908
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