Esta obra de teatro, Las Moscas, escrita en plena ocupación nazi de Francia (Argos, en la obra), pone en juego el núcleo fundamental del pensamiento de Sartre.
El escritor francés, que se consideraba filósofo y no escritor (por eso rechazó el Nobel), recrea el mito griego de Electra y su hermano Orestes que han de vengar a su padre Agamenón, que murió asesinado en manos de Egisto y Clitemnestra.
Electra se erige como la mujer libre que lucha contra la opresión del totalitarismo, en su deseo de justicia y libertad, en un mundo lleno de moscas, que son las Erinias, o diosas del remordimiento.
Electra se erige como la mujer libre que lucha contra la opresión del totalitarismo, en su deseo de justicia y libertad, en un mundo lleno de moscas, que son las Erinias, o diosas del remordimiento.
El enfrentamiento entre Orestes y Júpiter refleja el descubrimiento de la libertad como punto de partida del problema existencial. La libertad sitúa al hombre en una condición de exilio "fuera y contra la naturaleza".
La conciencia es una nada que apunta al ser. Esta nada es la condición para que las cosas aparezcan. No hay libertad sin situación, pero toda libertad es aniquilación de esa situación. El hombre, que es conciencia vacía, primero existe y luego se define como tal. El hombre es su propio proyecto, como Orestes, que no tiene otra ley que sí mismo.
El problema es la "mala fe", el autoengaño de aquella persona que niega su libertad absoluta y elige cosificarse.
JÚPITER: [...] es raro que un Dios pueda contemplar su imagen cara a cara. (Una pausa). ¡Qué feo soy! No han de quererme mucho.
[...]
El secreto doloroso de los dioses y los reyes: que los hombres son libres. Son libres, Egipto. Tú lo sabes, y ellos no.
[...]
EGISTO (vivamente): (Orestes) Sabe que es libre. Entonces no basta cargarlo de cadenas. Un hombre libre en una ciudad es como una oveja sarnosa en un rebaño. Contaminará todo mi reino y arruinará mi obra. Dios todopoderoso, ¿qué esperas para fulminarlo?
Sartre, Las moscas, 1943
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