Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Ausencia

 
Levanto la copa de pisco y brindo con unos compañeros chilenos el día nacional de su país. Empanadas de carne, consomé y vino de las tierras del sur. Banderas y cuecas. Alegría. Y allá, entre tanto alboroto, mi amigo me regala, conquistador, un libro de poemas de Gabriela Mistral, aquella vieja maestra de escuela que se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Nobel de Literatura en América Latina. Abro una página y, de repente, te echo de menos. Me puede tu ausencia.




Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!



Gabriela Mistral, 1889-1957

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Te echo de menos! Tu ausencia y la gran distancia que nos separa se me está haciendo dura. Desde que te fuiste solo puedo pensar en ti. Echo de menos tu mirada, tu sonrisa, tu manera de ser, tu risa, tu voz, tu olor... pero sé que estás cerca de mi corazón. ¡Te quiero!
Eres un gran escritor