En un pueblecito castellano vive un sacerdote que intenta que los demás sean un poco más felices, en la soledad de una comunidad sin fundamentos y de una fe sin encuentro. Manuel les da la ilusión de una vida eterna que él mismo no cree, en una especie de martirio nihilista.
Se ha llegado a decir que ésta es la más perfecta de las novelas de Unamuno, que golpea los mismos cimientos de la religión, entendida como un conjunto de ritos, y pone en jaque todo moralismo alejado de la fe, toda vida hipócrita y gris. Si el cristianismo no es un acontecimiento, todo, en efecto, se convierte en ilusión.
De este modo hay que hacer que vivan de la ilusión.
Miguel de Unamuno, San Manuel Bueno, mártir, 1931
Comentarios