En la gigantesca obra Emperador y galileo, del autor de Casa de muñecas, el personaje principal se pregunta: ¿si el fundamento de la vida es la muerte, cuál es el fundamento de ésta? "¡Ese es el enigma!" (p. 198).
El dramaturgo noruego se centra en la figura faústica del emperador Juliano, que en busca de una luz que de sentido a la historia, nos revela el drama de la vanalidad del poder terrenal y efímero en tensión con la realidad del Ideal, del acontecimiento más escandaloso en la historia, el de Dios hecho hombre.
JULIANO: ¿Y qué gana el triunfador? ¿Vale la pena triunfar? ¿Qué gano Alejandro el macedonio, qué ganó Julio César? Los griegos y los romanos hablan de su fama con fría admiración... mientras que el otro, el Galileo, el Hijo del Carpintero, impera como rey de amor en humanos corazones fieles y ardientes. ¿Dónde está ahora? [...] ¿Fue aquello del Gólgota de Jerusalén sólo un episodio local, realizado como en viaje de paso en un rato libre? ¿O es que va y sufre, y muere, y triunfa d enuevo de una tierra a otra? ¡Oh, si pudiera yo asolar el mundo! Máximo... ¿no hay veneno, no hay fuego destructor que logre arrasar la creación y dejarla como estaba aquel día en que el espíritu solitario aleteaba sobre las aguas? (p. 479)
Henrik Ibsen, Emperador y galileo, 1873
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