Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Bestiario

Me enciendo un cigarrillo y abro un gastado libro de cuentos. Con el humo del tabaco y la caricia de la tarde otoñal las páginas pasan sin prisa como las hojas amarillentas que caen en la calle. Cortázar se lee bien con un buen cigarrillo.
De pronto levanto la vista para descansar mis ojos, y contemplo a lo lejos esas magníficas Montañas Rocosas que esconden al sol. El cielo se vuelve naranja como la alfombra de hojas de la calle. Apuro la última calada con placer y cierro el libro. En ese momento descubro que quizá estoy metido en un cuento de este gran autor argentino.

Lo vi levantarse y caminar por la pista con paso de borracho, buscando a la mujer que se parecía a Celina. Yo me estuve quieto, filmándome un rubio sin apuro, mirándolo ir y venir sabiendo que perdía su tiempo, que volvería agobiado y sediento sin haber encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente.

Julio Cortázar, Bestiario, 1951.

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