Ana Karenina, Emma Bovary y la Regenta, mujeres frustradas en tristes matrimonios, atrapadas en rutinas, bostezos y sueños rotos, fueron víctimas de los valores de una sociedad moralista e hipócrita del siglo XIX.
En esta magistral obra de teatro del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, Nora se descubre víctima de esa moral opresiva y machista, y se descubre libre y auténtica. Lo revelador es que ella no quiere ser esclava de nadie, y es, por tanto, una revolucionaria que abandona aquella moral opresiva y dominante, aquel triste marido y aquellos hijos que tanto la necesitan.
En Ibsen se constanta la incapacidad del ser humano para realizarse a sí mismo. La imagen más incisiva de esta desesperación basada en la prepotencia moralista está en su obra Brand, cuando el protagonista se pregunta si "puede toda la voluntad de un hombre obtener un solo hilo de salvación". Porque un Dios que no tiene que ver con la vida agudiza la desesperación existencial.
Algunos consideran esta moderna obra de teatro como la primera obra feminista de la historia de la literatura. De hecho, ya levantó mucha polémica en su tiempo.
NORA: ¿Qué consideras tú mis deberes sagrados?
Henrik Ibsen, Casa de muñecas, 1879
En esta magistral obra de teatro del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, Nora se descubre víctima de esa moral opresiva y machista, y se descubre libre y auténtica. Lo revelador es que ella no quiere ser esclava de nadie, y es, por tanto, una revolucionaria que abandona aquella moral opresiva y dominante, aquel triste marido y aquellos hijos que tanto la necesitan.
En Ibsen se constanta la incapacidad del ser humano para realizarse a sí mismo. La imagen más incisiva de esta desesperación basada en la prepotencia moralista está en su obra Brand, cuando el protagonista se pregunta si "puede toda la voluntad de un hombre obtener un solo hilo de salvación". Porque un Dios que no tiene que ver con la vida agudiza la desesperación existencial.
Algunos consideran esta moderna obra de teatro como la primera obra feminista de la historia de la literatura. De hecho, ya levantó mucha polémica en su tiempo.
NORA: ¿Qué consideras tú mis deberes sagrados?
HELMER: ¿Tengo que decírtelo yo? Son tus deberes con tu marido y tus hijos.
NORA: Tengo otros no menos sagrados.
HELMER: No los tienes. ¿Cuáles son esos deberes?
NORA: Mis deberes conmigo misma.
HELMER: Ante todo, eres esposa y madre.
NORA: No creo ya en eso. Creo que, ante todo, soy un ser humano, igual que tú...o, cuando menos, debo intentar serlo. Sé que la gran mayoría de los hombres te darán la razón, Torvaldo, y que están impresas en los libros tales ideas. Pero yo ya no puedo pararme a pensar lo que dicen los hombres ni lo que se imprime en los libros. Es preciso que por mí misma opine sobre el particular y procure darme cuenta de todo...Henrik Ibsen, Casa de muñecas, 1879
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