Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Madame Bovary

 



Gustave Flaubert tardó cinco años en escribir esta gran novela, una de las cumbres de la literatura francesa del siglo XIX. La obra destaca por su estilo realista, y fue objeto de un escandaloso juicio por inmoralidad en su época, del cual el autor fue absuelto.

La historia sigue a Emma Bovary, una mujer casada con un médico rural, Charles Bovary, cuya vida mediocre, monótona y sin emociones la lleva a buscar escape en fantasías románticas. Emma, influenciada por la lectura de novelas sentimentales que lee, anhela una vida de lujos, pasiones y emociones intensas. Esto resulta algo quijotesco. Y para intentar llenar ese vacío, se involucra en relaciones amorosas extramatrimoniales y contrae deudas que la conducen a la ruina.

Flaubert ofrece una crítica aguda de la sociedad burguesa de su tiempo, mostrando la insatisfacción, la hipocresía y los peligros de los sueños idealizados en el tedio de la vida provinciana, pero va más allá de este marco espacio-temporal. Porque es una obra que toca temas humanos eternos, como el deseo insatisfecho, la tentación del adulterio y el pozo sin fondo del materialismo que niega toda trascendencia.


Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas.


Gustave FlaubertMadame Bovary, 1857


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