Carlos García Gual, experto en literatura clásica y medieval, explora las fuentes originales de la leyenda del rey Arturo, desde los primeros relatos celtas hasta las novelas de caballería medievales. Como ya se sabe, el ciclo artúrico es un conjunto de historias interrelacionadas que se desarrollaron a lo largo de los siglos. Destaca la importancia de figuras como Merlín, Ginebra, Lanzarote y los caballeros de la Tabla Redonda, así como episodios como la búsqueda del Santo Grial y la batalla final contra Mordred. El autor también analiza la influencia de la leyenda en la literatura posterior y en la cultura popular.
Arturo fue un líder britano, y algunas leyendas lo sitúan en Tintagel (una pequeña península donde se encuentra un castillo del siglo XII, accesible a través de un angosto sendero). De joven, consiguió arrancar una espada de la roca para proclamarse rey. Más tarde, recibió la espada mágica Excalibur de la Dama del Lago y estableció su corte en Camelot, cuya ubicación es incierta, aunque algunas teorías la asocian con el castillo de Cadbury, en Somerset.
Su esposa era la reina Ginebra, quien le fue infiel con el caballero Lanzarote, uno de los caballeros de la Tabla Redonda, una mesa circular donde todos se sentaban sin jerarquías, como símbolo de cohesión y hermandad. Se dice que hoy la Tabla Redonda se encuentra en Winchester.
Según la tradición, Arturo lideró a los britanos contra los invasores sajones en la batalla de Badon, posiblemente a finales del siglo V o inicios del VI. Sin embargo, en una batalla contra el sublevado Mordred, Arturo logró vencer, pero quedó mortalmente herido. Antes de morir, encomendó a un caballero que devolviera Excalibur a un lago. Luego, partió hacia la isla de Avalon, gobernada por el hada Morgana y sus ocho hermanas, donde desapareció.
En el siglo XII, el rey Enrique II quiso vincular su dinastía con la del mítico rey Arturo. Poco después de su muerte, se hallaron en la abadía de Glastonbury unos restos que los monjes afirmaron que pertenecían a Arturo y Ginebra, lo que llevó a algunos a identificar el monasterio con la isla maravillosa de Avalon.
No puedo acabar esta breve reseña sin señalar al caballero "más enigmático y el más inquietante", que es Perceval, cuyo triunfo significa el fin del mundo artúrico. La búsqueda del Grial marca una transición hacia una aventura más espiritual y profunda. Su búsqueda del Grial marca un cambio en la narrativa artúrica, introduciendo un elemento más espiritual y místico, en contraste con las aventuras caballerescas tradicionales. En algunas versiones, como en La muerte de Arturo de Thomas Malory, es Galahad, no Perceval, quien finalmente obtiene el Grial y marca el fin de la era artúrica. Desde Chrétien de Troyes hasta Wagner, su figura simboliza una transformación en el mito, alejándose de la caballería terrenal hacia un ideal más trascendental.
El mundo de los cuentos provee al libro de caballerías de una atmósfera mágica, pero además le facilita la conciliación entre el individuo y el mundo en su final feliz. El caballero errante es un héroe de cuento fantástico, no un personaje de leyenda.
En El cuento del Grial se ha trascendido ese ideal del amor cortés y también el sentido de la aventura se ha transformado. Ahora el elegido, el liberador y redentor de los cautivos, no lucha contra felones y gigantes, sino que se ha lanzado en una peregrinación mucho más aventurada, en una aventura que es la definitiva, y ha transformado toda su vida en un destino trágico. Tal vez el triunfo de Perceval signifique el fin del mundo artúrico.
Carlos García Gual, Historia del rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda, 1983
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