Poet's Abbey (Blog de lecturas)


El último verano en Roma




Roma es la ciudad eterna porque es la ciudad de las historias. Se pueden contar tantas cosas de sus calles y monumentos, desde la época clásica hasta nuestros días. Ahí están Julio César y Marco Antonio, los delirios de Nerón y Calígula, la grandeza de Trajano, el poder de Julia Domna. Pero también hay una princesa de vacaciones agarrada a un joven apuesto en una Vespa por las callejuelas que llevan al Panteón de Agripa. También hay el lujo y la decadencia de los paisajes de la dolce vita de Fellini. Y, allá lejos, en un ático, almas vacías bailan la conga en la terraza de Jep Gambardella, mientras el escritor maldito reflexiona sobre la búsqueda de la Belleza en una ciudad llena de contrastes. 

Uno de los personajes eternos de Roma es Leo Gazzarra, el protagonista de esta novela de Calligarich. Roma es deslumbrante y melancólica a los ojos del joven desencantado. El joven periodista, originario del norte de Italia, llega a Roma con grandes aspiraciones, pero pronto se encuentra atrapado en un estilo de vida bohemio y hedonista, entre fiestas y paseos. Leo es un personaje atrapado entre el deseo de pertenecer y la incapacidad de encontrar algo verdaderamente humano y significativo.

Leo conoce a la hermosa Arianna, una joven enigmática cuya sola presencia intensifica una pasión incontrolable. La conexión con ella es muy intensa, pero efímera, como si retratara la fragilidad de las relaciones humanas en la sociedad mercado-técnica y la naturaleza transitoria de las emociones en este contexto.

A través de las relaciones fugaces e intensas, las fiestas alocadas y los paseos melancólicos, Leo busca sin éxito un propósito o una conexión genuina que dé sentido a su vacío interno. Ni el amor, representado por la inestable Arianna, ni los placeres mundanos logran salvarlo de su creciente alienación y desesperanza, llevándolo a un desenlace profundamente trágico que refleja la fragilidad humana frente a la indiferencia del mundo.

A pesar de la pobreza de los diálogos, la habilidad de Calligarich para capturar la belleza y la tristeza en el mismo suspiro convierte esta obra en un testimonio atemporal de la condición humana. El autor italiano presenta una Roma que es tan seductora como devastadora, un reflejo del propio espíritu humano. 


Pero siempre es así, somos lo que somos no por las personas que hemos conocido, sino por las que hemos dejado atrás.


¿Por qué la gente vive siempre como si la vida pudiera repetirse?


Gianfranco CalligarichEl último verano en Roma, 1973


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