En La gaya ciencia, a través de una la prosa poética que se manifiesta en sus aforismos y reflexiones filosóficas, Nietzsche explora la muerte de Dios, la voluntad de poder y la transvaloración de todos los valores. Se pregunta si Dios creó al hombre o si el hombre creó a Dios: "¿Y no va amar lo que él creó? ¿Va incluso a negarlo porque lo creó?" (preludio, punto 38). Afirma que la oración ha sido "inventada para personas que nunca tienen ideas por sí mismas" (libro 3, punto 128), porque entiende la religión de su tiempo como un peso muerto, algo que castra la vida. "La fe en el Dios cristiano ha perdido toda credibilidad, comienza ya a lanzar sus primeras sombras sobre Europa", y los filósofos se sienten irradiados "por una nueva aurora" de libertad y luminosidad (libro 5, 343).
Nietzsche proclama que la civilización occidental ha abandonado la creencia en Dios y, como resultado, se enfrenta a una crisis de valores y significado. Sin embargo, en lugar de sucumbir al nihilismo, el filósofo aboga por la creación de nuevos valores que emanen de la voluntad de poder del individuo. La vida se impulsa hacia adelante por una fuerza intrínseca de autodesarrollo y superación.
Otro aspecto crucial es la noción del "eterno retorno". En un universo infinito, todo lo que ha ocurrido ocurrirá infinitas veces. Esta idea lleva implícita una invitación a vivir cada momento de la vida con una intensidad y una pasión renovadas, ya que cada experiencia se convierte en eternamente significativa.
A lo largo de la obra, Nietzsche nos invita a dancar con mil melodías: "¡Libre sea nuestro arte, gaya nuestra ciencia!" (apéndice). Desafía las convenciones y los valores aceptados, animando al lector a cuestionar las suposiciones arraigadas y a vivir de acuerdo con su propia voluntad de poder, es decir, a enfrentarse a los desafíos existenciales con valentía y creatividad, abrazando la vida en toda su complejidad y contradicción.
Examinad la vida de los mejores y más fecundos hombres y pueblos, y preguntaos si un árbol del que se espera que crezca orgulloso haclia lo alto puede prescindir del mal tiempo y de las tormentas... (libro 1, punto 19)
¡Sólo se escribe buena prosa teniendo a la vista la poesía! (libro 2, punto 92)
Es un pensador: es decir, sabe tomar las cosas por más sencillas de lo que son. (libro 3, punto 189)
El castigo tiene la finalidad de hacer mejorar al que lo aplica: éste es el último refugio para los defensores del castigo. (libro 3, 219)
Ningún vencedor cree en el azar (libro 3, 258)
Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia, 1882
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