Donde da la vuelta el aire es el título maravilloso (que tanto le gusta a mi tía Pili) de la segunda novela de la trilogía Los gozos y las sombras de Torrente Ballester.
La obra profundiza en el enfrentamiento entre la familia de los Churruchaos y el burgués Cayetano Salgado, dueño de los astilleros y de las almas de casi todos los habitantes de Pueblanueva del Conde.
Los personajes anhelan una vida plena, pero el ambiente les asfixia. En esta segunda parte, el padre Ossorio cuelga los hábitos, e Inés Aldán le persigue para intentar que recapacite. Su hermana Clara sigue enamorada del psicoanalista Carlos Deza, que se deja llevar, incapaz de tomar una determinación bajo la protección de la anciana Mariana Sarmiento, dueña de la pesca. Juan Aldán sigue con pájaros en la cabeza como torpe anarquista. Por otra parte, Rosario muestra su astucia para seguir adelante y casarse. Paquito el relojero sigue tan loco como los frailes del convento. Lucía sabe que va a morir y, seducida por las garras de Cayetano, descubre que su vida ha sido en vano: "¿Qué llevo de la vida? Pena, dolor, aburrimiento."
Esta segunda novela nos invita a reflexionar sobre los misterios de la existencia humana en los tiempos revueltos de la II República. Carlos Deza llegó para unas pocas semanas a Pueblanueva, y se quedó bastante más tiempo. Esto me recuerda un poco al sanatorio de la montaña mágica de Mann, pues es un lugar que atrapa y estira el tiempo arrebatando a las almas la libertad.
¡Si el amor lo purificase todo, si no fuera pecado! Pero sin el pecado, ¿sería de verdad amor? Ella [Lucía] desconocía el amor virtuoso. No había podido, al menos, experimentarlo. Porque con su marido, ¿había sido feliz? ¿Lo había amado verdaderamente?
Dios está ahí fuera, en esa galerna, y también lo encuentro muchas veces, contra mi voluntad, en el fondo de mi conciencia.
Lo que el hombre de ciencia debe evitar son las obligaciones familiares.
Hay mujeres cuyo amor hace libre. Tú eres seguramente una de ellas. Enamorado de ti, tendría que ejercer mi voluntad, porque me pondrías constantemente en necesidad de hacerlo.
Quizá el bien y el mal sean ideas que no se corresponden a ninguna realidad. Si el Universo está vacío y mudo, que Rosario y yo durmamos juntos es tan indiferente como el choque de dos piedras. Y la libertad, otra ilusión. Las causas engendran los efectos, y lo que yo hago es el resultado de un sistema de causas...
Pueblanueva es el infierno y no podemos salir de él. ¿No me ve a mí? Llevo dos meses diciendo que me voy mañana, que me voy pasado, y aquí estoy, y aquí me quedo. No puedo marcharme, no podré hacerlo nunca. A veces pienso si no habré muerto y si esto no será eterno.
Gonzalo Torrente Ballester, Donde da la vuelta el aire, 1960
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