El Manantial es una novela de Ayn Rand del año 1943 que explora el problema de la individualidad y la creatividad en el contexto de una sociedad capitalista que premia la conformidad y la mediocridad de las masas.
La obra se titula así porque, para la autora, "el ego del hombre es el manantial del progreso humano". La novela representa el triunfo del individualismo no egoísta y la integridad personal sobre el pensamiento único y la falta de originalidad de la masa.
El protagonista es Howard Roark, un joven arquitecto talentoso y apasionado que se niega a conformarse con las convenciones sociales y arquitectónicas de su tiempo, en 1922. Roark es un individualista obstinado que está dispuesto a luchar por sus ideales a pesar de todos los obstáculos. El personaje está inspirado en el gran arquitecto Frank Lloyd Wright.
Su compañero Peter Keating, un estudiante excelente, también se traslada a Nueva York para trabajar con el prestigioso arquitecto Françon. Keating tiene éxito económico, pero es incapaz de defender sus propias convicciones, como vemos cuando abandona a su novia Catalina por otra.
Dominique Françon, hija de Guy Françon, es una mujer apasionada y compleja. Su relación con Roark y Keating es un reflejo de los conflictos entre el individualismo y la conformidad que impregnan toda la narrativa.
También quiero destacar a dos personajes. En primer lugar, Guy Winand es un rico magnate de los medios de comunicación que busca el poder. Es una figura trágica, que lo pierde todo en su intento de dominar a los otros: pierde su periódico, su mujer y su amistad con Roark. En segundo lugar, Ellsworth Toothey es un crítico de arte, antagonista de Roark (quiere destruirlo). Representa la fuerza del colectivismo que suprime toda individualidad.
El fragmento del juicio contra Roark resulta muy inspirador para arquitectos y artistas, pues defiende la creatividad y la libertad humana por encima de todas las convenciones y normas de una época.
Nada es racional ni hermoso si no está hecho de acuerdo con una idea central, y la idea establece todos los detalles. Un edificio es algo vivo, como un hombre. Su integridad consiste en seguir su propia verdad, su único tema, y servir a su propio y único fin. Un hombre no pide trozos prestados para su cuerpo. Un edificio no pide prestado pedazos para su alma. Su constructor le da un alma, que cada pared, cada ventana, cada escalera expresan.
Tengo, digamos, sesenta años de vida por delante. La mayor parte del tiempo lo emplearé a trabajar. He elegido el trabajo que me gusta hacer. Si no hallo alegría en él, resultará que yo mismo me habré condenado a sesenta años de tortura. Y sólo encontraré alegría si hago mi trabajo de la mejor manera posible.
-Si quieres mi opinión, Peter -dijo al fin-, te diré que has cometido ya un error al pedírmela o al pedírsela a cualquiera. Nunca pidas opiniones a nadie, por lo menos acerca de tu trabajo. ¿Acaso no sabes lo que quieres?
Ayn Rand, The Fountainhead, 1943
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