Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Manual del buen ciudadano

 



Antes que nada hay que entender la "cultura de la cancelación" como una recuperación grosera del pecado, pero sin redención.

Este "manual del buen ciudadano" es una crítica sobre el hecho de cancelar los libros, las estatuas e incluso las personas en el mundo moralista e hipócrita de la religión woke. Es una religión ideologizada y laica, en la que hay pecado pero no hay perdón. Hay confesión pero no hay absolución.

En 1994, James  Finn Gardner publicó una parodia titulada Cuentos infantiles políticamente correctos, que trataba de reescribir, en tono de humor, los cuentos tradicionales amoldados a las nuevas exigencias morales (por ejemplo, en vez de tarta hay fruta). El problema es que, casi treinta años más tarde, se publican libros como éste pero sin el menor atisbo de ironía y humor. Ahora se reescribe desde el púlpito religioso y moralista de lo políticamente correcto. Por ejemplo, se censura al Dr. Seuss por sus "representaciones de africanos y asiáticos que son ofensivas y erróneas", o a Roald Dhal por su "lenguaje ofensivo" (sic).

Para comprender esto hay que ir a la Teoría Crítica, que parte de la visión a priori de lo que considera que debería ser la sociedad para transformar todo aquello que le chirría. No le interesa la comprensión sino la problematización y transformación de la realidad. Se trata de ver las relaciones de explotación que subyacen en los discursos para denunciarlos y cancelarlos. La intención es buena, pero se parte de una conclusión de antemano y se renuncia así a buscar la verdad.

Hay que conseguir la hegemonía cultural para tomar el control de la sociedad, como apuntaba Antonio Gramsci. Es fundamental controlar la cultura (películas, series, libros infantiles, etc.) para crear un "nuevo sentido común". El peligro es que se prohiben las preguntas críticas que ellos mismos definen como "reaccionarias".

La revolución cultural maoísta, en los años 60, proclamaba que toda "idea errónea" (crítica con la ideología del regimen) debe ser arrancada como una mala hierba, pues no se puede permitir que se desarrolle.

Por otro lado, hay que adentrarse al mundo que Orwell vislumbró con 1984, con la "neolengua" y el control lingüístico, político y social. 

El autor señala cuatro técnicas de manipulación: la saturación de la misma idea en diversos formatos; la supresión de las ideas discrepantes; la demonización del que critica la ideología; y la transfusión que consiste en partir de una idea aceptada (luchar contra las fake news y los discursos del odio) para imponer una ideología y censurar las preguntas incómodas.

Todo esto lleva a un ambiente tóxico de sospecha y desconfianza en el que cualquiera puede ser tildado de enemigo público. Estamos dentro del experimento de Asch (años 50) de conformidad social: la gente niega lo que ven sus propios ojos cuando todos los demás dicen ver otra cosa, por la presión del grupo.

En muchas universidades occidentales ya no se enseña a pensar ni a buscar la verdad. No se crean las condiciones para un pensamiento riguroso para que cada uno saque sus propias conclusiones con argumentos. Se censuran las preguntas incómodas y las opiniones discordantes y se impone una forma de pensar y de hablar enmarcada en lo que se denomina "derechos humanos".

¿Cómo denunciar las injusticias del mundo y las opresiones sin caer en etiquetas, prejuicios y falacias?


Lo importante es presentarse como miembro de un colectivo victimizado, lo que te permite juzgar el mundo desde la superioridad moral que te confiere tu condición de víctima y así poder exigir todo tipo de privilegios...  en un mucho mas útil "Sufro opresión, luego existo". (p. 127)


Jorge Soley, Manual del buen ciudadano para comprender y resistir la cultura de la cancelación, 2022


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