Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La penúltima bondad


 

Vivir, pensar y amar son "infinitos esenciales" del ser humano. El filósofo catalán Esquirol desarrolla, en este ensayo sobre la vida humana, el concepto del "repliegue del sentir" que se da aquí en las afueras, donde "vivir es sentirse viviendo", es decir, cuando uno es capaz de abrirse al mundo y dar vida. De hecho, quién piensa y ama, vive.

Me ha interpelado el fragmento en que distingue lo problemático (aquello que remite al misterio) del problema (que tiene solución). Me parece que esta distinción es muy sutil para leer el mundo (sobre todo en una educación competencial y técnica, alejada del misterio de lo humano). El autor se apoya en otros filósofos como Gabriel Marcel o Walter Benjamin para rescatar la palabra "misterio" y vivir en las afueras de un paraíso imposible. Para Marcel, un problema es algo que está "ante mí", y un misterio es algo que está "en mí".


El problema es susceptible de resolución; el misterio no. El problema es objetivo, es decir, lo tenemos delante; el misterio nos atrapa y nos implica: estamos en él. El problema exige ingenio para su resolución (...); el misterio reclama atención y respeto. El tiempo, la vida humana o la presencia del otro, tienen que ver con el misterio. (p.13)

La revolución no puede ser sino la de la generosidad y la fraternidad. Dificilísimo, pero posible real. Toda revolución empieza por comprender. Por comprendernos a nosotros mismos; por comprender nuestro mundo, nuestras afueras, nuestra condición. Por comprender, sobre todo, la solidaridad en la intemperie. Por comprender que lo quenos junta es la desnudez de las afueras... (p.24)

Convivir no es vivir unos al lado de otros, sino darse vida unos a otros. La comunidad que vive empieza y, en cierto sentido, no acaba. (p.165)

Vemos y leemos el mundo y en él actuamos eficazmente. Sentir el mundo ya es advertir su inteligibilidad. Nuestra apertura al mundo es una forma de empezar a descifrarlo, es decir, una forma de separar y juntar los elementos. (p.165)


Josep María Esquirol, La penúltima bondad, 2018

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