Esta breve novela de la escritora rusa Liudmila Ulítskaya narra la historia de Sóniechka, una mujer quijotesca, soñadora y poco agraciada, que "confería a los personajes de ficción la misma categoría que a las personas de carne y hueso".
En la biblioteca conoce al artista Robert, "el más feliz de los desventurados", se enamoran y se casan. Tienen una hija llamada Tania. Y el amor de Sóniechka por los libros se desvanece en detrimento de las tareas del hogar.
Un día acogen a una huérfana polaca, rubia y angelical, llamada Yasia. Y el artista queda prendado por la belleza de la joven mientas Sóniechka mira a otro lado.
Tres mujeres sostienen toda la narrativa, como si fuera un taburete. Sóniechka, la protagonista, es la madre servidora y la esposa fiel que se sacrifica y se anula. Yasia es la joven bellísima que juega con el deseo de los hombres. Tania es diferente a su abnegada madre y a su promiscua amiga, pues representa la búsqueda por la autenticidad, la libertad y el amor, sin los extremos de las otras dos mujeres.
La devoción de Sóniechka por la lectura, que se había transformado en una forma leve de locura,no cesaba de avivarse mientras dormía. Parecía incluso que leyera sus sueños, imaginando novelas históricas trepidantes.
Este breve diálogo cómico contrasta con el drama del resto de la obra, tras la muerte de un personaje. He soltado una carcajada al leerlo:
-Viejo como era y ha muerto encima de una mujer. Y bien jovencita, ella-dijo uno (enfermero).
-¿Y qué? Es mejor que pudrirse en un hospital -le respondió otro.
Liudmila Ulítskaya, Sóniechka, 1992
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