Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Amor constante, más allá de la muerte

 



Este libro de poesía de Quevedo de la editorial Cátedra es una joya que tengo atesorada en mi librería desde hace muchos años. El tiempo va pasando y sus versos inmortales me van diciendo cosas nuevas, como sucede con los clásicos.

Pero antes de entrar en materia quiero compartir una anécdota, porque creo que vivimos en una sociedad que ha perdido el valor del perdón. Pero esto no es nuevo. Se atribuye a Quevedo un debate con el rey español Felipe IV sobre el valor de la disculpa. El rey sostenía que cualquier ofensa quedaba lavada por una simple disculpa. El escritor alegaba lo contrario. Entonces el rey le retó a ofenderlo y encontrar una disculpa que resultase peor que el agravio. Entonces el poeta le tocó el culo y le dijo: "¡Perdón, señor, pensé que era la reina!".

Y ahora uno de sus mayores sonetos:


Cerrar podrá mis ojos la postrera 

sombra que me llevare el blanco día, 

y podrá desatar esta alma mía 

hora a su afán ansioso lisonjera; 

mas no, de esotra parte, en la ribera, 

dejará la memoria, en donde ardía: 

nadar sabe mi llama la agua fría,

 y perder el respeto a ley severa. 

Alma a quien todo un dios prisión ha sido, 

venas que humor a tanto fuego han dado, 

medulas que han gloriosamente ardido, 

su cuerpo dejará, no su cuidado; 

serán ceniza, mas tendrá sentido; 

polvo serán, mas polvo enamorado.


Francisco de Quevedo, 1580-1645


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