El profesor viudo norteamericano David Zimmer (que perdió a su mujer y a su hija en un accidente de avión) publica un libro sobre un actor argentino de cine mudo, Héctor Mann, desaparecido hace sesenta años. Entonces recibe una carta misteriosa de la supuesta mujer del actor, que le invita a su residencia en New Mexico. Mientras David cavila la posibilidad de aceptar esa extraña invitación, una mujer aparece en su casa y le apunta con una pistola...
Así empieza la extraña novela de Paul Auster, el autor estadounidense de La trilogía de Nueva York. Su estilo me recuerda mucho, no sé por qué, al japonés Murakami y al español Marías. Sus historias son rocambolescas. Sus descripciones son crudas. Sus personajes se encuentran terriblemente solos en las grandes ciudades de un mundo demasiado líquido para vivir como pez en el agua.
Imagínate que algo se te da bien, lo haces tan bien que el mundo se quedaría boquiabierto si pudiera verlo, pero prefieres mantener tu obra oculta y guardar el secreto. Hace falta una gran capacidad de abstracción y mucho rigor para hacer lo que hizo Hector, y también un toque de locura.
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