En el pensamiento antiguo, el problema de la verdad se daba en la relación entre la palabra y la esencia de cada cosa en la realidad.
En cambio, en el pensamiento moderno se llega a la conclusión de que la verdad es el resultado de la conexión entre las palabras y las cosas, que no tienen esencia.
Y en el pensamiento posmoderno, la ola foucoultiana borra el "hombre" escrito en la arena de la playa... Se trata de pensar sin el sujeto humano. Se reduce la vida a matemática, a cálculos discursivos, a pura ideología. Todo es texto, todo es narración... ¿Todo?
El filósofo francés Michel Foucault, influido por Nietzsche, señala que toda verdad es producto del poder y todo poder es posible gracias a la verdad. Así, estamos sometidos a la producción de la verdad desde el poder y no podemos ejercerlo si no es a través de la verdad que construimos a través del discurso.
Las condiciones discursivas han hecho posible el surgimiento de las ciencias humanas o epistemes (sistemas de ordenación dominantes en una época). El humanismo, por ejemplo, es en realidad un invento reciente de una cultura. Como dice en una entrevista, "no es exactamente a causa de una preocupación por lo humano que se tuvo la idea de conocerlo científicamente, sino al contrario, es porque se construyó el ser humano como objeto de un saber posible que se desarrollaron a continuación los temas morales del humanismo..."
Las palabras y las cosas se abre con una reflexión estética sobre La Meninas de Diego Velázquez. La disposición del lienzo, el entramado de líneas, colores, sombras, el ocultamiento y la apariencia, son temas que llevan a la siguiente tesis: todos los períodos de la Historia tienen ciertas "condiciones subyacentes de verdad" que constituyeron la moralidad, aquello que era lo aceptable como, por ejemplo, el discurso científico en la edad moderna.
Ciertamente, las condiciones del discurso han evolucionado a lo largo del tiempo. Foucault señala los paralelismos que hay en el desarrollo del conocimiento científico, en especial, de la lingüística, la biología y la economía.
Si las ciencias humanas fueron inventadas, entonces también el "hombre" es una invención. Así, se aleja del humanismo ilustrado.
Del mismo modo en que una serie de condiciones de posibilidad convergieron para hacer necesaria la aparición del hombre como pregunta esencial, del mismo modo, si estas condiciones cambian, cabe suponer que el hombre como tal, en su papel de nudo epistémico, "se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena."
Lo propio del saber no es ni ver ni demostrar, sino interpretar. (cap. 4 La estructura de las cosas)
Se ha deshecho la profunda pertenencia del lenguaje y del mundo. Se ha terminado el primado de la escritura. Desaparece, pues, esta capa uniforme en la que se entrecruzaban indefinidamente lo visto y lo leído, lo visible y lo enunciable. Las cosas y las palabras van a separarse. El ojo será destinado a ver y sólo a ver, la oreja sólo a oír. El discurso tendrá desde luego como tarea el decir lo que es, pero no será más que lo que dice. (cap. 5 El ser del lenguaje)
Don Quijote lee el mundo para demostrar los libros [...]. Don Quijote es la primera de las obras modernas, ya que se ve en ella la razón cruel de las identidades y de las diferencias juguetear al infinito con los signos y las similitudes; porque en ella el lenguaje rompe su viejo parentesco con las cosas para penetrar en esta soberanía solitaria de la que ya no saldrá, en su ser abrupto, sino convertido en literatura... (cap. 1 Don Quijote)
Separado de la representación, el lenguaje no existe de ahora en adelante y hasta llegar a nosotros más que de un modo disperso [...] A esta pregunta nietzscheana:¿quién habla? responde Mallarmé y no deja de retomar su respuesta al decir que quien habla, en su soledad, en su frágil vibración, en su nada, es la palabra misma -no el sentido de la palabra, sino su ser enigmático y precario. (cap. 1 El retorno del lenguaje).
Michel Foucault, Las palabras y las cosas, 1966
Comentarios