Poet's Abbey (Blog de lecturas)


El Decamerón

 


No son pocas las comparaciones de la pandemia actual del covid-19 con la mal llamada "gripe española" del siglo pasado y con la peste bubónica de 1348. La llegada de una "mortífera pestilencia" no es nueva en la historia de la humanidad. "El estado de aflición y miseria de nuestra ciudad" se vive como se vivía antes, de modo que "las fosas grandísimas donde se metían a centenares los cadáveres" se repiten hoy en varias partes del mundo, por desgracia.

En este contexto presente cabe volver la mirada atrás, con humildad, y rescatar las obras clásicas del pasado para aprender de nuestros ancestros. 

El escritor Giovanni Boccaccio vivió en el turbulento siglo XIV y sobrevivió la peste negra para escribir esta obra, El Decamerón, que -como su nombre indica- recoge cien relatos (en analogía con el Hexamerón de San Ambrosio de Milán). 

Los protagonistas son diez jóvenes (siete chicas y tres chicos) que cuentan historias de los más diversos aspectos de la condición humana, desde el sexo hasta la muerte. Algunos cuentos son muy disparatados y humorísticos, "verdes", como sacados de una película de Pajares y Esteso, aunque fue el gran director Pasolini quién rindió homenaje a la obra medieval en una película de 1970.

Me quedo con la novela octava de la quinta jornada, que recomiendo leer frente la imagen del lienzo El banquete en el pinar de Sandro Botticelli. El texto, que retrata el artista italiano, narra la historia del joven Nastagio de los Onesti, que un viernes, en un pinar, se encuentra con una aparición de unos fantasmas (un caballero despechado que caza a una joven con sus mastines y su estoque) y decide invitar a la dama de los Traversari a ese pinar, para que sienta miedo de esta escena que se repite cada viernes en ese mismo lugar, y acceda a casarse con él.

También me quedo con la novela tercera de la primera jornada. El poderoso musulmán Saladino le pide al sabio judío Melquisedec: "Me gustaría escuchar de tus labios cuál es la más verdadera de las tres religiones: la judía, la sarracena o la cristiana". Para evitar caer en esa trampa dialéctica, el sabio le responde con un cuento maravilloso de tres hijos que heredan el anillo único del padre, y de dos copias tan perfectas que al final son tres anillos, de modo que es imposible saber cuál es el verdadero.

Si no podemos establecer la Verdad que sólo Dios puede conocer, debemos repetarnos los unos a los otros y buscar juntos la Verdad (en un ecumenismo que no es relativismo). Es peligroso imponerse como único portavoz de la voluntad de Dios, pues quien se cree en posesión de la Verdad absoluta puede deslizarse fácilmente hacia el fanatismo.


Y cuando cada uno haya terminado de contar su historia, el sol habrá declinado y no hará tanto calor, y podremos ir donde mejor os plazca. 


Giovanni Boccaccio, El Decamerón, 1349-1353

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