El ensayo de Verdú sobre EEUU se vendió como roscos e incluso ganó un premio literario en una gran editorial.
Me recuerda mucho a los dos años que trabajé y viví en Denver, Colorado, y puedo decir que acierta en muchas de las anécdotas y aspectos de la vida social americana. Es una experiencia que te cambia totalmente la vida.
Creo que la obra no ha envejecido mal del todo, pero sin duda se ha quedado obsoleta. Porque fue escrita antes del 11-S, de los mandatos de Obama y de Trump, de la invasión de los móviles inteligentes, y de la maldita pandemia del coronavirus.
Ha llovido mucho desde 1996, cuando la serie Friends despegaba en televisión para influir en todos los rincones del mundo y transformar, como la cadena de McDonald's, las costumbres sociales de los jóvenes de Polonia, Ucrania, Portugal o cualquier parte.
Hubiera estado bien que el autor hubiera hecho una segunda edición.
Desde la creciente pérdida del Estado del bienestar hasta las políticas de empleo, desde el sentido competitivo hasta el sentido de la familia, el continente europeo parece constituir su futuro más como un reflejo de los EEUU que con un proyecto diferencial.
Quien trabajando en EEUU no pasa de pobre es un fracasado de más tamaño porque se supone doblemente incapaz. Incapaz de hacerse mejor a sí mismo e incapaz de explotar las privilegiadas ocasiones de una nación potencialmente muy dotada de recompensas.
Ser espontáneo y mostrar buen humor, tomar lo serio sin retórica ni solemnidad, hablar de lo general a través de lo particular y, desde luego, jugar con el humor son las condiciones que cualquier comunicador debe cumplir si pretende la adhesión del público.
Las comidas son las comidas que les gustan a los niños. Los helados son desbordantes y vistosos, los platos coloridos y en forma de castillos como los imaginaría un muchacho o una muchacha golosos.
Más allá de un simple negocio, McDonald's se ha desarrollado como un doble patriótico de EEUU. Cada vez que la empresa se instala en un pueblo de Ucrania o de Portugal, la ciudad deja de ser lo que fue hasta ese instante y la película con los colores norteamericanos empieza a rodarse sobre las aceras.
Vicente Verdú, El planeta americano, 1996
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