El escritor alemán-suizo Herman Hesse indaga la condición humana a través de esta gran novela de 1927, que señala la tensión entre el deseo, la conciencia y las normas sociales en un mundo que parece caótico y absurdo.
Harry Haller (que tiene las mismas iniciales que el autor) es un hombre aislado y dividido entre dos mundos: el de la realidad convencional, y el de su vida interior, más salvaje y libre, representado por el "lobo estepario" que lleva dentro. Desea estar alejado de la mediocridad del mundo, ser auténtico y libre; pero al mismo tiempo, necesita ser aceptado y valorado por todos los demás.
A medida que Haller navega por estas dos realidades, la novela se convierte en un viaje introspectivo que examina la alienación, la soledad y la lucha por encontrar un sentido en la existencia.
Haller es muy crítico con el carpe diem malentendido. La brevedad de la vida no justifica el desinterés por lo trascendente ni el apego desmesurado por los placeres. Al contrario, Haller se rebela contra este modo de razonar que desliga a las personas de los grandes ideales.
Hesse utiliza técnicas narrativas como la inclusión de un "Tratado del lobo estepario" dentro de la novela, que sirve para explorar las filosofías existenciales. También hay elementos surrealistas y simbólicos y cuestiones filosóficas como la búsqueda de la iluminación, la conexión con la naturaleza y la lucha contra las limitaciones impuestas por la sociedad.
Esta novela, como el Demian, es de rabiosa actualidad... De hecho, el joven escritor suizo Joël Dicker relee El lobo estepario y dice: "Veo muchos paralelismos con el mundo en el que vivimos: queremos mostrarnos en redes sociales, buscamos la aprobación social, y nos olvidamos de encontrarnos a nosotros mismos".
Hay momentos en los que toda una generación se encuentra extraviada entre dos épocas, entre dos estilos de vida, de tal suerte, que tiene que perder toda naturalidad, toda norma, toda seguridad e inocencia.
Hay momentos en los que toda una generación se encuentra extraviada entre dos épocas, entre dos estilos de vida, de tal suerte, que tiene que perder toda naturalidad, toda norma, toda seguridad e inocencia.
Con verdades como la de que todos tenemos que morir en plazo breve y, por tanto, que todo es igual y nada merece la pena, con esto se hace uno la vida superficial y tonta.
Herman Hesse, El lobo estepario, 1927
Herman Hesse, El lobo estepario, 1927