El pensador surcoreano Byung-Chul Han critica una sociedad acrítica, narcisista y pornográfica, que acaba atrapada en las relaciones de poder de las redes sociales.
La belleza es ineludible al no mostrar, según Walter Benjamin, "pues lo bello no es ni la envoltura ni el objeto encubierto, sino el objeto en su velo." No obstante, la sociedad de la transparencia no permite la belleza, en su obscenidad narcisista y patética.
Estas herramientas tecnológicas de Internet se presentan como espacios de libertad y democracia, pero en realidad son un gran panóptico, el centro penitenciario imaginado por Bentham en el siglo XVIII, donde el vigilante puede observar ocultamente a todos los prisioneros.
Somos moradores de este panóptico digital, donde no existe ninguna comunidad sino acumulaciones de Egos incapaces de una acción común, política, de un nosotros.
El porno no sólo aniquila el eros, sino también el sexo. La exposición pornográfica produce una alienación del placer sexual. Hace imposible "experimentar el placer". La sexualidad se disuelve en la ejecución femenina del placer y en la ostentación de la capacidad masculina. El placer expuesto, puesto ante la mirada, no es ningún placer. La coacción de la exposición conduce a la alienación del cuerpo mismo.
En la sociedad de la transparencia no se forma ninguna comunidad en sentido enfático. Surgen solamente acumulaciones o pluralidades casuales de individuos aislados para sí, de egos, que persiguen un interés común, o se agrupan en torno a una marca.
La belleza es ineludible al no mostrar, según Walter Benjamin, "pues lo bello no es ni la envoltura ni el objeto encubierto, sino el objeto en su velo." No obstante, la sociedad de la transparencia no permite la belleza, en su obscenidad narcisista y patética.
Estas herramientas tecnológicas de Internet se presentan como espacios de libertad y democracia, pero en realidad son un gran panóptico, el centro penitenciario imaginado por Bentham en el siglo XVIII, donde el vigilante puede observar ocultamente a todos los prisioneros.
Somos moradores de este panóptico digital, donde no existe ninguna comunidad sino acumulaciones de Egos incapaces de una acción común, política, de un nosotros.
El porno no sólo aniquila el eros, sino también el sexo. La exposición pornográfica produce una alienación del placer sexual. Hace imposible "experimentar el placer". La sexualidad se disuelve en la ejecución femenina del placer y en la ostentación de la capacidad masculina. El placer expuesto, puesto ante la mirada, no es ningún placer. La coacción de la exposición conduce a la alienación del cuerpo mismo.
En la sociedad de la transparencia no se forma ninguna comunidad en sentido enfático. Surgen solamente acumulaciones o pluralidades casuales de individuos aislados para sí, de egos, que persiguen un interés común, o se agrupan en torno a una marca.
En contraposición al cálculo, el pensamiento no es transparente para sí mismo. El pensamiento no sigue rutas previsibles, sino que se entrega a lo abierto.
Byung-Chul Han, La sociedad de la transparencia, 2012
Byung-Chul Han, La sociedad de la transparencia, 2012
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