Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Historia del silencio


No hay educación sin silencio, es decir, sin aprender a estar con uno mismo. Porque el silencio no es sólo la ausencia de ruido. "Para facilitar la recepción de cosas nuevas es necesario guardar silencio", como dice Nietzsche en la Genealogía de la moral. El silencio es anterior a la palabra.


En este breve ensayo, el viejo historiador francés Alain Corbin desgrana referencias literarias, filosóficas y artísticas. Incluso destacan referencias bíblicas hacia el patriarca del silencio, de la reflexión espiritual:

José responde con el silencio a todo lo que le concierne. Su silencio es el corazón que escucha, la interioridad absoluta. Durante toda su vida este hombre ha contemplado a María y a Jesús, y su silencio es superación de la palabra.


Hay que prestar atención sobre todo del silencio del campesino, que nos ayuda a entender mejor muchas obras literarias, artísticas, vidas:

En el campo, el silencio es ante todo una táctica. Protege de la revelación de los secretos de la familia, de cualquier ataque contra el patrimonio de honor. Asegura la solidaridad del grupo. Oculta la amplitud de los bienes poseídos y de los proyectos de adquisiciones. Disimula los eventuales deseos de venganza. Callar es protegerse de la circulación de los chismorreos del otro, que intenta incesantemente penetrar en lo que se oculta tras el silencio. Es preciso comprender que en este medio los proyectos, ambiciosos o trágicos, tardan mucho tiempo en hacerse realidad.

Pero aparte de ese silencio estratégico, el que reina en la propiedad es tranquilizador. El campesino aprecia el cuadro de quietud que genera. [...] En ese silencio se basa la continuidad de las comunidades que se denominan 'calladas', así como todo aquello que depende de la reconducción tácita, ya se trate de la contratación de un obrero, de una criada o de un contrato, así como de la renovación de un contrato manteniendo las mismas condiciones [...]

El silencio del campesino es un bien. Su palabra es rara porque es valiosa; es lenta, pausada, y por lo tanto fácilmente inteligible porque se pretende creíble. En estos medios, un largo silencio previo otorga valor a la audacia de tomar la palabra. [...]

Por último, lo tácito tal como el campesino lo practica participa del silencio, sin confundirse del todo con él. Muchas veces se basa en el sobreentendido, que no requiere la palabra; implica el aprendizaje de un código distinto del que rige en ella [...]

En la sociedad rural, en particular del siglo XIX, el juego entre silencio y palabra resulta de una extrema complejidad.

Alain Corbin, Historia del silencio, 2016




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