Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Cartas a Lucilio

Nunca es tarde para leer las cartas que escribió el sabio Séneca durante los últimos años de su vida. Su voz prefigura el pensamiento ético cristiano.

El gran pensador cordobés se dirige al procurador romano de Sicilia, y expone sus ideas sobre el mundo a partir de lo cotidiano. Son epístolas escrutas durante sus últimos tres años de vida, que exaltan la libertad y la igualdad de todos los hombres, cuestionan la esclavitud, piden compasión por los oprimidos, exigen respeto hacia la naturaleza y reflexionan sobre la influencia de las masas en la vida política.

La filósofa española María Zambrano decía que la filosofía buscando la verdad encontraba la belleza, y que la poesía, buscando la belleza, encontraba la verdad. Del mismo modo, Séneca exclamó: "¡Cuán numerosos son los poetas que expresan lo que ha sido o ha de ser expuesto por los filósofos!"

La influencia de su pensamiento estoico es innegable en la historia de la ética, y llega hasta el siglo XXI. Y me encanta este pensador clásico, aunque no comparta muchas de sus ideas (por ejemplo, su apología, tan estoica, al suicidio).


No hemos de preocuparnos de vivir largos años, sino de vivirlos satisfactoriamente; porque vivir largo tiempo depende del destino, vivir satisfactoriamente de tu alma. La vida es larga si es plena; y se hace plena cuando el alma ha recuperado la posesión de su bien propio y ha transferido a sí el dominio de sí misma.

No es pobre el que tiene poco, sino el que ambiciona más. (Pobre no es el que tiene poco, sino el que mucho desea.)

Si consideras amigo a uno en quien no confías en la misma medida que en ti mismo, te equivocas de medio a medio, y no has valorado con justicia la esencia de la verdadera amistad.

Un compañero malvado contagia su herrumbe a otro, por más puro y sencillo que éste sea.

Recógete en tu interior cuanto te sea posible; trata con los que han de hacerte mejor; acoge a aquellos que tú puedas mejorar. Tales acciones se realizan a un tiempo y los hombres, enseñando, aprenden.

No puede vivir felizmente aquel que sólo se contempla a sí mismo, que lo refiere todo a su propio provecho: has de vivir para el prójimo, si quieres vivir para ti.
Séneca, Cartas a Lucilio, s.I d.C.

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