El poeta granadino Jesús Montiel dice que llegó al escritor suizo Robert Walser a partir de una fotografía, en blanco y negro, de su cadáver tendido en la nieve. ¿Qué potencia tenía esa imagen que provocó el anhelo de conocer a un poeta muerto?Bajo la mirada poética de Montiel, Walser y Kafka son "dos hormigas apostadas en las vías del tren con la intención de frenar la velocidad de los ferrocarriles". Lo define también como "un lápiz sin demasiada punta. Una línea de grafito que va mimetizándose con el papel. Cada vez más ingrávida, cada vez más copo de nieve".
El autor de El paseo y de Jakob von Grunten murió solo en la Navidad de 1956 en el exterior de la clínica psiquiátrica dónde vivía recluido sin escribir más.
Esta "biografía literaria" de Walser es una puerta de entrada a los textos de alguien que había nacido "para ser un regalo", el señor de las periferias.
Los poetas, los santos y los locos son infancias que han resistido la mordedura del tiempo, niños en todas las edades, asombros que siguen en pie tras el huracán de la costumbre.
La nieve es agua que sabe rezar, el juguete que Dios ideó buscando la risa de los niños solitarios.
En la sociedad del tiempo rentable una tarde empleada en escribir un poema es un privilegio.
A los pájaros los enjaulamos para apropiarnos de su canto. A los locos, porque su canto manifiesta nuestra jaula.
Jesús Montiel, Señor de las periferias. Biografía literaria de Robert Walser, 2019
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