Con la obra de arte La fuente (1917) de Duchamp, que convierte un urinario en una pieza de museo, o con Mierda de artista (1961) de Manzoni, que satiriza con unas latas etiquetadas con ese título escatológico, por citar sólo dos ejemplos conocidos, el arte contemporáneo ha demostrado que no tiene reglas ni normas, que todo depende de la mirada subjetiva y que el criterio artístico se rige por la experiencia estética de cada persona. Todo puede ser arte. Y nada puede serlo. ¿Ha muerto el arte?
Una respuesta incómoda es La deshumanización del arte (1925), de Ortega y Gasset, que critica el afán de innovación, el hermetismo, la autosuficiencia, la intrascendencia, la atomización y el predominio de la metáfora en el arte contemporáneo, que considera deshumanizado e impopular, como una burla de sí mismo, que quiere crear de la nada, sin posibilidad de volver hacia atrás.
"Lo que está en crisis no es el arte, sino el concepto de realidad", según Ernesto Sábato. La deshumanización del arte se encuentra en el divorcio entre el artista y el público; pero, como apunta el autor artentino, el filósofo español no consideró que fuera el público (y no el arte) el que está deshumanizado.
No es un arte para los hombres en general, sino para una clase muy particular de hombres...
El arte nuevo ridiculiza el arte.
Al vaciarse el arte de patetismo humano queda sin trascendencia alguna -como sólo arte, sin más pretensión.
José Ortega y Gasset, La deshumanización del arte, 1925
Una respuesta incómoda es La deshumanización del arte (1925), de Ortega y Gasset, que critica el afán de innovación, el hermetismo, la autosuficiencia, la intrascendencia, la atomización y el predominio de la metáfora en el arte contemporáneo, que considera deshumanizado e impopular, como una burla de sí mismo, que quiere crear de la nada, sin posibilidad de volver hacia atrás.
"Lo que está en crisis no es el arte, sino el concepto de realidad", según Ernesto Sábato. La deshumanización del arte se encuentra en el divorcio entre el artista y el público; pero, como apunta el autor artentino, el filósofo español no consideró que fuera el público (y no el arte) el que está deshumanizado.
No es un arte para los hombres en general, sino para una clase muy particular de hombres...
El arte nuevo ridiculiza el arte.
Al vaciarse el arte de patetismo humano queda sin trascendencia alguna -como sólo arte, sin más pretensión.
José Ortega y Gasset, La deshumanización del arte, 1925
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