Erika Ewald es una joven pianista austríaca que lleva una existencia rutinaria, hasta que se enamora de otro músico que toca el violín con ella. Erika es apasionada e introvertida. Y se siente atraída al abismo del desamor a través de la experiencia estética de interpretar a Chopin con ese chico. Ella no sabe si aceptar la realidad o dejarse llevar más allá de los límites de la razón en diálogo con un corazón hecho para amar.
Una nostálgica necesidad de ternura se agitaba en ella (...); se sentía inerme e indescriptiblemente pobre ante su música, porque no podía ofrecer nada y sólo recibía, mendigando con las manos temblorosas abiertas hacia él.
Stefan Zweig, El amor de Erika Ewald, 1904
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