En un tiempo en que se construyen nuevos muros, visibles e invisibles, en unas sociedades anestesiadas y acríticas, que se tambalean porque sus fundamentos han dejado de ser sólidos, cabe retomar la lectura de las utopías y distopías.
Utopía es una isla imaginaria, con forma de media luna, donde imperan la justicia, la libertad y la tolerancia. La capital es Amauroto (del griego sin muros, o quizá oscuro). Se define como una comunidad pacífica donde se trabaja por el bien común, se respetan las libertades, y se gobierna por el Ademus (del griego sin pueblo). Parece ideal.
Los isleños eligen cada año a ancianos "sifograntes" para gobernar, y nombran a un príncipe vitalicio mediante una votación secreta (pero puede ser destituido si se convierte en un tirano).
Está prohibida la caza, pero no la esclavitud (condición reservada para los criminales). Hay pocas leyes (una de ellas es la prohibición de mofarse de los discapacitados). Hay libertad religiosa y la guerra solo es lícita para defenderse. Las tareas del campo son obligatorias y rotativas, y la jornada laboral es de seis horas. Los oficios se eligen libremente y todos tienen la misma educación. Los intelectuales pueden dedicarse al estudio. No existe el dinero ni la propiedad privada. Las casas son luminosas y son propiedad común (se reparten por sorteo). Hay libertad religiosa, las mujeres pueden ser sacerdotes y existe la eutanasia.
Quizá lo más bello que escribió el gran pensador inglés fueron las últimas palabras que escribió a su hija Margarita, desde la cárcel, poco antes de morir ejecutado por el rey Enrique VIII: "Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor".
Tomás Moro, Utopía, 1516
Ten,
pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea
que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y
todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo
mejor. - See more at: http://albalearning.com/audiolibros/moro/carta.html#sthash.iALjsCQj.dpuf
Ten,
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Sin embargo, esta isla se me hace un lugar insoportable porque Moro, en el segundo libro, dice que "siembran grano sólo para pan" (47), es decir, no para cerveza. ¡Pues un paraíso sin buena cerveza ya no me interesa! Creo que Chesterton estaría de acuerdo.Quizá lo más bello que escribió el gran pensador inglés fueron las últimas palabras que escribió a su hija Margarita, desde la cárcel, poco antes de morir ejecutado por el rey Enrique VIII: "Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor".
Así, cuando miro esas repúblicas que hoy día florecen por todas partes, no veo en ellas - ¡Dios me perdone! - sino la conjura de los ricos para procurarse sus propias comodidades en nombre de la república. Imaginan e inventan toda suerte de artificios para conservar, sin miedo a perderlas, todas las cosas de que se han apropiado con malas artes, y también para abusar de los pobres pagándoles por su trabajo tan poco dinero como pueden. Y cuando los ricos han decretado que tales invenciones se lleven a efecto en beneficio de la comunidad, es decir, también de los pobres, enseguida se convierten en leyes.
Un hombre debe mostrarse agradable y servicial con las personas que el azar, la naturaleza o la propia elección han hecho compañeros de su vida.
Tomás Moro, Utopía, 1516
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