La patética solidaridad con los refugiados con un hashtag de condena en Twitter, la canción Imagine de Lennon, y las imágenes afrancesadas en Facebook, refleja el problema de la subjetivización del que se humilla como si fuera culpable directo de las injusticias sociales.
Mientras unos (de izquierdas) suplican que Europa muestre su solidaridad abriendo las puertas de par en par, otros (de derechas) afirman que deberíamos proteger nuestro modo de vida y dejar que los refugiados solucionen sus problemas solos. El problema es que las dos soluciones son igual de malas, según Zizek. La cuestión fundamental es cómo interactúan las distintas dinámicas de clase aquí y allí.
Es la dinámica de la propia lucha de clases la que explica por qué el racismo directo es tan potente y tan visible, libre de complejos, en las clases obreras y pobres.
Los liberales de izquierdas viven acomplejados. Se definen antirracistas, pero tratan de manera condescendiente y paternalistas a africanos y asiáticos "como seres moralmente inferiores a quienes no habría que aplicar nuestros criterios morales". Al fin y al cabo, los refugiados prefieren ir a Europa y no a los países árabes ricos por "una necesidad estructural del capitalismo global".
Los refugiados vienen del horror. Para el filósofo esloveno, lo más deprimente del horror es que no hay nada que aprender de él. Nada. Yo creo que no es así, que en medio del corazón de las tinieblas siempre puede haber un espacio para la esperanza.
La solución que Zizek propone ante los problemas sociales derivados del capitalismo global es una nueva lucha de clases. La difícil lección de todo este asunto es que "no basta con dar voz a los que ahora están desvalidos: a fin de conseguir una emancipación real, deben ser educados (por los demás y por sí mismos) en la libertad: una tarea casi imposible en las tinieblas que se van propagando por Europa y Oriente Medio". No es suficiente dar voz a los invisibles. Hay que implicarse con ellos, educarles, educarnos.
...el alcance global del capitalismo se fundamenta en la manera en que introduce una división radical de clases en todo el mundo, separando a los que están protegidos por la esfera de los que quedan fuera de su cobertura. (p. 12)
¿Se convertirá Europa lentamente en lo que la antigua Grecia fue para la Roma imperial: el destino preferido de los turistas chinos y estadounidenses, un destino para el turismo cultural nostálgico, sin ninguna relevancia para el mundo? (p. 23)
Lo que hay que recuperar, pues, es la lucha de clases, y la única manera de hacerlo es insistir en la solidaridad global con los explotados y oprimidos. Si esta idea global, la patética solidaridad con las víctimas de París es una obscenidad pseudoética. (p. 126)
Slavoj Zizek, La nueva lucha de clases, 2016
Mientras unos (de izquierdas) suplican que Europa muestre su solidaridad abriendo las puertas de par en par, otros (de derechas) afirman que deberíamos proteger nuestro modo de vida y dejar que los refugiados solucionen sus problemas solos. El problema es que las dos soluciones son igual de malas, según Zizek. La cuestión fundamental es cómo interactúan las distintas dinámicas de clase aquí y allí.
Es la dinámica de la propia lucha de clases la que explica por qué el racismo directo es tan potente y tan visible, libre de complejos, en las clases obreras y pobres.
Los liberales de izquierdas viven acomplejados. Se definen antirracistas, pero tratan de manera condescendiente y paternalistas a africanos y asiáticos "como seres moralmente inferiores a quienes no habría que aplicar nuestros criterios morales". Al fin y al cabo, los refugiados prefieren ir a Europa y no a los países árabes ricos por "una necesidad estructural del capitalismo global".
Los refugiados vienen del horror. Para el filósofo esloveno, lo más deprimente del horror es que no hay nada que aprender de él. Nada. Yo creo que no es así, que en medio del corazón de las tinieblas siempre puede haber un espacio para la esperanza.
La solución que Zizek propone ante los problemas sociales derivados del capitalismo global es una nueva lucha de clases. La difícil lección de todo este asunto es que "no basta con dar voz a los que ahora están desvalidos: a fin de conseguir una emancipación real, deben ser educados (por los demás y por sí mismos) en la libertad: una tarea casi imposible en las tinieblas que se van propagando por Europa y Oriente Medio". No es suficiente dar voz a los invisibles. Hay que implicarse con ellos, educarles, educarnos.
...el alcance global del capitalismo se fundamenta en la manera en que introduce una división radical de clases en todo el mundo, separando a los que están protegidos por la esfera de los que quedan fuera de su cobertura. (p. 12)
¿Se convertirá Europa lentamente en lo que la antigua Grecia fue para la Roma imperial: el destino preferido de los turistas chinos y estadounidenses, un destino para el turismo cultural nostálgico, sin ninguna relevancia para el mundo? (p. 23)
Lo que hay que recuperar, pues, es la lucha de clases, y la única manera de hacerlo es insistir en la solidaridad global con los explotados y oprimidos. Si esta idea global, la patética solidaridad con las víctimas de París es una obscenidad pseudoética. (p. 126)
Slavoj Zizek, La nueva lucha de clases, 2016
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