El intelectual alemán Gustav von Aschenbach es una alma agotada e hipersensible. En un retiro en Venecia encuentra, de improvisto, la Belleza en el rostro de Tadzio, un adolescente polaco.
Gustav se queda desbordado por un deseo de infinito que le conmueve como la quinta sinfonía de Mahler, como sugiere Visconti en la interpretación cinematográfica de esta gran obra de Mann.
El escritor alemán no quiso representar la belleza en una muchacha, sino en un joven, para que los lectores no pensáramos que la admiración estética de Gustav era puramente sexual, sino algo más.
...el arte es vida potenciada. Procura un goce más intenso, pero consume más deprisa. Imprime en el rostro de sus servidores las huellas de aventuras espirituales e imaginarias y, a la larga, engendra en el artista, por más que éste viva exteriormente inmerso en una paz conventual, cierta hipersensibilidad refinada, un cansancio y una curiosidad nerviosa que una vida colmada de gozos y pasiones turbulentas apenas conseguiría despertar. (p. 33)
Thomas Mann, La muerte en Venecia, 1912
Gustav se queda desbordado por un deseo de infinito que le conmueve como la quinta sinfonía de Mahler, como sugiere Visconti en la interpretación cinematográfica de esta gran obra de Mann.
El escritor alemán no quiso representar la belleza en una muchacha, sino en un joven, para que los lectores no pensáramos que la admiración estética de Gustav era puramente sexual, sino algo más.
...el arte es vida potenciada. Procura un goce más intenso, pero consume más deprisa. Imprime en el rostro de sus servidores las huellas de aventuras espirituales e imaginarias y, a la larga, engendra en el artista, por más que éste viva exteriormente inmerso en una paz conventual, cierta hipersensibilidad refinada, un cansancio y una curiosidad nerviosa que una vida colmada de gozos y pasiones turbulentas apenas conseguiría despertar. (p. 33)
Thomas Mann, La muerte en Venecia, 1912
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