Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La hora de clase


Frente a un modelo escolar basado en la filosofía de las competencias, del "saber hacer" y esas puñetas que llevan a matar el amor a la palabra y a ensalzar el espíritu emprendedor y competitivo que prepara (o reproduce) ciudadanos poco críticos y reflexivos, pero adecuados para el sistema, Recalcati defiende la escuela como "centinela del erotismo del saber", como lugar de resistencia contra el hiperhedonismo y la sociedad del espectáculo, reivindicando el papel del maestro-testimonio, como Sócrates, que, en El banquete, se niega a complacer a Agatón, el discípulo que evita afrontar la experiencia de los límites del conocimiento.


La escuela puede ser Edipo (liberación colectiva del deseo frente al poder de la tradición), Narciso (afirmación cínica de uno mismo y ausencia de relaciones), o Telémaco (ausencia de adultos capaces de establecer la alteridad). 


Ante este panorama, el pensador italiano propone la figura del "maestro-testimonio que sabe abrir mundos a través del poder erótico de la palabra y del saber que ésta sabe vivificar" (p.45), aquel que hace del conocimiento un objeto capaz de despertar el deseo, de poner en movimiento al estudiante, que "se mide con la verdad de su deseo" y se pregunta qué está a la altura de su corazón.


Si toda enseñanza es profundamente erótica, es necesario un encuentro con un testimonio de ese deseo. Un maestro puede tener el impacto de una vida y cambiarla para siempre. No hay didáctica sin la memoria y la carencia del Otro. El maestro no sólo conduce por caminos nuevos, sino, sobre todo, impulsa el deseo del viaje. 


El maestro no es aquel que posee el conocimiento, sino aquel que sabe entrar en una relación única con la imposibilidad que recorre el conocimiento, que es la imposibilidad de saber todo el saber. (p. 13)


Hoy prevalece un modelo hipercognitivo que aspira a [...] fortalecer las competencias orientadas a resolver problemas en lugar de saber planteárselos. (p. 23)


Es sólo el amor -el eros- con el que un profesor envuelve el saber lo que hace que ese saber sea digno de interés para sus alumnos, elevándolo a objeto capaz de causar el deseo. (p. 98)


El estilo es la manera singular con la que un docente entra, él mismo, en relación con el saber. Pero es también la forma de transmitir le conocimiento que se deriva de esta relación única. (p. 115)

Nadie se constituye en sí mismo, sino sólo en la reposición singular de lo que el Otro ha hecho de él. (p. 118)
Pensar en transmitir el saber sin tener que pasar por una relación con quien lo encarna es una ilusión, porque no existe didáctica más que dentro de una relación humana (p. 137).


Massimo Recalcati, La hora de clase, 2016






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