La escritora sueca Lagerlöf nos presenta una maravillosa fábula de Dalarna -esa tierra del Norte dónde tuve la suerte de vivir cuando era estudiante.
Gunnar Hede es un joven músico que pierde la razón. Y, en su locura, rescata de la misma tumba a una muchacha llamada Ingrid Berg, que había vivido entre artistas y bohemios, con el matrimonio Blomgren ("rama florida"). Pero es ella quién al final debe rescatar a él, en esta versión moderna del mito de Orfeo y Eurídice, en la Suecia rural del siglo XIX.
El violín le condujo en un viaje a través de todos los años de su vida, trayéndole el recuerdo de los estudios, de los amigos, de las diversiones. Las tinieblas se cernían ante él, pero cuando las confrontaba, armado con su instrumento, las conseguía doblegar poco a poco. A veces miraba hacia atrás, como para ver si la noche se cerraba a sus espaldas. Pero lo que había a sus espaldas era un claro y luminoso día. (p. 166)
Selma Lagerlöf, La leyenda de una casa solariega, 1899
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